Una de esperanza

    01 oct 2016 / 11:57 H.

    Las esperanzas aumentan o disminuyen según vemos asequible o no el bien que buscamos. Cuando creemos que está a nuestro alcance aquello que nos interesa o deseamos, crecen las expectativas, pero si, por el contrario, apreciamos dificultades para conseguir lo que ansiamos, se nos pone mala cara y hasta mal cuerpo, según nos sea esto de importante. Los científicos estudian los mecanismos que retuercen o esponjan nuestro ánimo; los poetas hacen canciones y filigranas líricas para exaltar la circunstancia; pero nosotros sabemos, por experiencia propia y ajena, en qué consiste esto de esperar o, en su caso, desesperar, la conformidad o desazón que nos llega. “El romano, decían un par de versos clásicos, trepida en su corazón, incluso cuando las cosas le van bien” Hoy tenemos, entre otros motivos para confiar, el partido que mañana jugará el Real Jaén en La Victoria contra La Roda, que en este momento ocupa el último lugar en la clasificación y aún no ha sido capaz de ganar un partido. Los motivos por los que ha llegado a esa situación nos son desconocidos: tal vez una mala gestión deportiva, quizá una planificación desacertada, o quizá aquello de que los hados, cuando cogen manía a alguien, estorban la liberación de la desgracia. La Roda, además tiene un considerable número de goles a favor y cuenta, entre otros jugadores importantes, a Israel Jerez, viejo conocido nuestro. El otro día ha hablado Bardanca sobre ese partido con sensatez, prudencia y equilibrio, reconociendo sus ventajas y manifestando sus dificultades. (Bardanca, para quien no lo sepa, conviene contar que tiene el mérito de intervenir en las redes sociales, no al modo ese de “frase breve y vaya usted a saber”, sino que lo hace con altura literaria y participa en revistas incluso extranjeras, lo que nos llena de alegría y honor). Muchos dimes y diretes, pero seamos francos: se dirá lo que se quiera y se explicará lo explicable pero, si no ganamos a La Roda, los aficionados saldremos del estadio diciendo con desesperanza ¡no somos capaces de ganar ni al colista! ¿A qué sería así? La cuestión reside en que ojalá esto no llegue a ocurrir, que la esperanza ofrezca algún futuro, aunque sea discutible el fundamento.