“SuperMario” Shinzo Abe

Río despide los Juegos y pasa
el testigo a la futurista Tokio con el primer ministro japonés a la cabeza

23 ago 2016 / 12:30 H.

La ciudad brasileña Río de Janeiro despidió los Juegos Olímpicos, cita que albergó en los últimos 15 días, con una ceremonia de clausura donde volvió a apostar por el color y sus tradiciones, dando el relevo a la japonesa Tokio, que ya ofreció un viso de lo que pretende para 2020. El tiempo no quiso acompañar en el último coletazo festivo de la primera cita olímpica de la historia en Sudamérica, aunque al menos dio una pequeña “tregua” para el temporal que se desató horas antes y que incluso provocó un corte de energía en los momentos previos al inicio de la clausura, que finalmente no afectó al estadio de Maracaná, que vivió la siempre amarga despedida a la llama olímpica. Fue una despedida sobria y sin demasiada espectacularidad, esta casi reservada más para el relevo a la capital japonesa, que ya dejó muestras de lo que pretende hacer dentro de cuatro años, como precursores de la vanguardia y tecnología.

Desde el principio, la clausura apostó por mostrar lo mejor de la cultura brasileña, con el color, las tradiciones y su icónica música, que siempre acompañó el final de los Juegos. Al ritmo de la samba y el frevo, salieron los atletas, que al contrario que en la Inauguración, lo hicieron al principio y de una forma menos protocolaria.

Luego llegó el turno del tradicional trasvase de la bandera olímpica de Río de Janeiro a Tokio. El alcalde de la ciudad, Eduardo Paes, silbado por sus compatriotas, se la entregó al presidente del COI, Thomas Bach, que se la pasó a la gobernadora de la prefectura de la capital japonesa, Yuriko Koike. Fue el momento para atisbar lo que puede ofrecer Tokio 2020. La bandera japonesa inundó el centro del estadio, desplegada por robots, primera señal del futurismo y vanguardismo que pueden esperar dentro de cuatro años. La ciudad japonesa mostró su cultura, representada por dos de sus icónicos personajes, SuperMario, referencia de los videojuegos, o Doraemon, de sus dibujos. Precisamente el fontanero fue el encargado de llegar desde la capital nipona a la ciudad brasileña y hacer su aparición en el recinto transformado en el Primer Ministro japonés, Shinzo Abe, en uno de los momentos más curiosos de la ceremonia.

La música y el carnaval puso el punto final a los primeros Juegos celebrados en Sudamérica, aunque no olvidaron algunos de sus problemas organizativos que deberán mejorar para los Paralímpicos.

Río hace historia para siempre

El presidente del Comité Organizador de los Juegos de Río de Janeiro, Carlos Arthur Nuzman, se sintió “el hombre más feliz del mundo” después de que la ciudad brasileña haya hecho “historia para siempre” albergado la cita deportiva más importante a nivel mundial después de siete años de “mucho trabajo” que valieron “la pena”. “Soy el hombre más feliz, el mejor lugar del mundo está aquí y ahora, es Río. Invito a todos a celebrar junto a nosotros esta gran victoria del deporte”, señaló Nuzman. Por su parte, el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, aseguró que Brasil ha “animado al mundo entero en tiempos difíciles” con la celebración de los Juegos en Río de Janeiro que dejan “un legado único para las próximas generaciones”.