Cuando la pasión se lleva en la sangre

Higinio Vilches, una leyenda blanca, quiere que se salve el Linares, el equipo de su hijo

06 may 2016 / 10:00 H.

La sangre no entiende de rivalidades, escudos, camisetas ni nada parecido. Solo reconoce el cariño de un padre a un hijo. Higinio Vilches es una de las grandes leyendas del Real Jaén. Un jugador que marcó una época en el club blanco, al que llegó después de una exitosa carrera en Primera División, en las filas del Espanyol, del Málaga y del Cádiz. Como futbolista blanco, ha vivido muchos derbis, aquellos de “café, copa y puro”, en los que el fútbol se sentía de una manera apasionada, sin tantos alardes ni focos mediáticos. “Linarejos es un campo especial. Huele a fútbol de verdad, a puro, a coñac”, relata Higinio Vilches padre.

La genética del balón hizo que su hijo siguiera sus pasos. No ha llegado a la élite, pero allí donde ha estado ha cumplido a rajatabla con las órdenes encomendadas. Es una de las pieza clave del Linares desde que llegó hace tres temporadas al club. Su profesionalidad está fuera de cualquier duda y es el futbolista nacido en la capital con más partidos con la elástica azulilla en su historia (153). El destino ha sido caprichoso con el padre y el hijo. Mañana, los mineros se juegan su futuro en la Segunda División B ante su eterno rival, el equipo que Higinio Vilches Pescador lleva “grabado en el pecho”. “Soy más del Real Jaén que el escudo, pero no soy hipócrita. El Linares y mi hijo se juegan mucho y nosotros nada, por lo que en este caso no hay corazón dividido: quiero que se salve el Linares. La familia es mi vida”, asegura sin pestañear y con la mirada fija en el rostro de su primogénito. Siempre directo, sin medias tintas, el exfutbolista no recuerda un clásico jiennense tan dramático. Por eso le cuesta dar consejos. Cree que lo mejor, en estos momentos, es ser positivos y pensar, solo y exclusivamente, en ganar. “No debe pensar, ni por asomo, en que el Real Jaén puede mandarlo a Tercera. Todo lo contrario. Lo importante es que esté tranquilo y que tenga confianza en él y en sus compañeros”, recomienda.

No es, sin embargo, el primer partido en el filo de la navaja para el lateral izquierdo azulillo. A lo largo de su carrera, ha vivido muchos partidos a cara o cruz, como aquellas finales contra el Socuéllamos y el Castellón. “La mayoría de mis compañeros hemos pasado por situaciones similares, por lo que, antes del partido, habrá nervios, pero, una vez que comience, debemos estar concentrados e ir a por la victoria”, apunta Higinio Vilches hijo, quien lanza un mensaje a la afición: “Solo les pido que aguanten dos partidos más, porque, al final, la recompensa mayor”, desea. A sus 62 años, ya jubilado y con una vida tranquila, le brillan los ojos cuando se imagina vestido de corto. “Me cambiaría ahora mismo por él”, sentencia con una sonrisa cómplice en los labios. “Uno quiere ser futbolista por encuentros como estos, de máximo nivel y exigencia. Es lo bonito y cruel de este deporte”, admite. Tiene claro que mañana no faltará a su asiento en el Municipal de Linarejos. No irá acompañado por su esposa y madre de Higinio, quien vive en silencio y en casa cada partido. “Lo pasa muy mal en el campo y prefiere quedarse en casa. Nada más acabar la llamaremos para decirle cómo ha ido todo”, dicen prácticamente al unísono ambos.

No cree que el derbi hegemónico del fútbol jiennense deje destellos de buen fútbol, debido al momento que atraviesan los dos conjuntos, unos en lo deportivo y otros en lo económico. “Será un choque intenso, lleno de emoción, en el que lo que menos importa es cómo juegues. En nuestro caso, lo único que queremos son los tres puntos, da igual cómo se consigan”, insiste el futbolista azulillo.

Cuando se les nombra la palabra “biscotto”, tanto uno como otro fruncen el ceño como gesto de desaprobación. “Ni por asomo. Por orgullo y por lo que representa este partido para ambos, se puede pensar en acuerdos. Los dos quieren ganar y van a luchar por ellos hasta la extenuación”, rematan.