La lesión que forjó a un atleta de hierro

Conviene retroceder en el tiempo para encontrar el origen, la lesión que lo cambia todo. Aconteció en 2007, en una de las pistas de La Salobreja, durante un partido de fútbol sala provincial entre el Jaén 21 y el Zúrich. Dos compañeros de equipo golpean el balón con fuerza, pero solo la rodilla de uno de ellos se vence. En ese lance fortuito se acabó para siempre un futbolista convencional y surgió el corredor de hierro.

Rafael Martínez Calahorro (Jaén, 1990) cuenta 25 años. Trabaja en la tienda de ropa y material deportivo Sprinter y es padre de un niño de ocho meses. En una de las fotografías que ilustran las líneas cruza la meta con rostro fatigado y la “victoria más grande” de su vida a hombros. Este especialista en duatlón ha hecho del gesto un ritual. Cuando enfila la recta final, si la ventaja sobre los adversarios se lo permite, su mujer, María José Cámara, le cede al vástago y cruzan la meta unidos. “A los siete días de nacer ya lo hicimos en Castillo de Locubín”, rememora Martínez, “bestia” competitiva sobre el asfalto, como prueba su participación en la Carrera Escolar de La Gloria seis días después de la lesión. Con la articulación dolorida e inflamada acabó en la cuarta posición. Aquello le supo como un caramelo amargo. Una vez sanada la rodilla, Martínez encontró en el atletismo una forma de vida. Carreras por montaña, de obstáculos, duatlón, triatlón... en todas emerge como un titán. Lo que nació como un “hobby” derivó en una colección de triunfos y 50 medias maratones en ochos años de dedicación. Con los éxitos asomaron el patrocinio — “sin ellos sería imposible acudir a tantas pruebas”, remarca— y el interés de los clubes. En la actualidad milita en el Silverback de Granada y el Club Trailrunners de Jaén. En su palmarés relucen un título mundial en el circuito de obstáculos de la Eternal Running, dos subcampeonatos provinciales de duatlón, un bronce andaluz en duatlón cross o una plata sub 23 en trail, entre otros. Más allá de la tonalidad de las preseas, encuentra la motivación en el “puro placer de competir”. Entre sus retos inmediatos figuran la clasificación para el Mundial de Duatlón o la victoria en la Subida al Santuario de la Virgen de la Cabeza, desafíos al alcance de un corredor sin límites y con arrestos para completar el Trail de Vélez y el Desafío de Cambil en un mismo día; caramelos dulces para el atleta de hierro que aguardaba oculto a espaldas de un mal golpeo de balón.