Profeta en Linarejos

Enemigo declarado de las polémicas, nunca pronuncia una palabra más alta que otra, acepta las críticas sin rechistar y calla cuando no tiene nada interesante que expresar. Este es el perfil de Antonio José García, “Torres”, el entrenador que más veces ha dirigido al Linares en los últimos tiempos al alcanzar, el pasado domingo, en Ronda, los 155 partidos oficiales.

28 oct 2014 / 11:40 H.

 

El técnico llega a esta cifra después de tres temporadas y media al frente del primer equipo, del que se hizo cargo en la jornada 24 de Regional Preferente, tras la destitución de Alfonso Pérez Simarro. Su debut acabó con empate a uno, pero esa temporada representó el segundo ascenso consecutivo del recién creado Linares Deportivo y la consecución de su primer título como preparador, la Copa Subdelegado. Fue, sin embargo, en la campaña siguiente cuando consiguió el éxito más importante hasta el momento: recuperar la categoría nacional. “Nunca olvidaré aquel día. Es, sin lugar a dudas, el recuerdo más bonito que tengo desde que estoy en el banquillo. Cuando Corpas marcó el tercer gol en Huércal, rompí a llorar como un niño”, rememora Torres con cierta nostalgia.

Sus estadísticas con el Linares son brutales. En esos 155 encuentros oficiales, entre Liga de Regional Preferente, Primera Andaluza y Tercera; promoción de ascenso a Tercera y a Segunda División B y Copa Subdelegado, Copa Diputación y Copa Federación, ha cosechado 106 victorias, 29 empates y 20 derrotas. Unos números de vértigo que han catapultado a Torres como el mejor entrenador de la historia reciente de la entidad azulilla, por encima de técnicos de la talla de Pedro Pablo Braojos, Juan Carlos Álvarez, Antonio Montero, “Nene”, José Antonio Sosa y Manuel Tomé, uno de los más queridos y admirados por la afición.

El crecimiento de Torres como técnico ha sido proporcional a los triunfos del equipo. Pese liderar el grupo IX de manera incontestable, el linarense no se agranda. “En lo único que pienso en el partido ante el Atarfe y en mejorar cada día”, declara un hombre, que a sus 40 años, se ve más sosegado que aquel Torres que ocupaba el banquillo de Linarejos el 26 febrero de 2011. “Obviamente he ganado en experiencia, en conocimientos y en tranquilidad. Pero soy consciente de que estoy en un club de máximas exigencias, cuyo peso histórico se nota a cada paso que das”, reconoce. De la mano del entrenador linarense, el conjunto azulillo avanza hacia el sueño de regresar a la División de Bronce. Un deseo en el que Torres no piensa todavía. “Esta en la mente de todos, pero queda mucho por delante. Tenemos que estar preparados para lo bueno y para los malos momentos”, advierte. Torres no se queja. Ni se enfada. Conoce y asume su rol en la entidad, a la que está enormemente agradecido por la oportunidad de entrenar al equipo que ha mamado desde pequeño.

“Estoy donde, desde niño, quería estar: en el club de mi ciudad, que he defendido en campos de tierra y llevo en el corazón”, sentencia. Torres, al igual que lo fue su padre, es profeta en Linarejos, estadio en el que se ha doctorado como entrenador. Su misión ahora es devolver al Linares a su lugar en el mundo del fútbol. Y, de momento, lo está cumpliendo. Partido a partido. Victoria a victoria. La ciudad respira ilusión, gracias a este joven técnico y a un vestuario comprometido.