Hablar de otro horizonte

    06 may 2019 / 12:29 H.

    En una reciente publicación (“Lirios marchitos”) López Carvajal ha descrito con cierto detenimiento el mundo político y deportivo, de alguna manera entrelazados, en que vivió nuestra sociedad jiennense durante los especiales años en que el Real Jaén ascendió, por primera vez, a la Primera División, después de una progresión sin detenimiento desde la Tercera. Unos años, en cierto modo singulares, con el horizonte del llamado “Plan Jaén” a la vista y la conocida situación socioeconómica y cultural de los primeros cincuenta. En el libro se recuerda el momento de la primera subida, la que llevó al Real Jaén a la Segunda División (año 1952), circunstancia que se vivió de una manera menos espectacular porque, al principio, la federación intentó suprimir todos los ascensos con la intención de una reordenación administrativa que, luego, no se cumplió: se había hecho una extraordinario campeonato y parecía injusto romper todo al terminar. Fue a partir de ese momento, cuando se consolidó el camino y empezaron los primeros compases de la Segunda División y cuando el fervor colectivo empezó a subir a un ritmo vertiginoso. Baste decir que, al final de la primera vuelta, ya encabezábamos la clasificación con cuatro puntos y 23 goles sobre el segundo, la U. D. Las Palmas... Por supuesto que esta narración, producto de cierta impaciencia, es adelantar demasiado porque aún falta el escalón mayor, el más complejo y difícil de esta temporada. Pero no viene mal poner calor y entusiasmo, ir empujando los ánimos recordando antiguos éxitos que tuvieron una fuerte resonancia social y que, al término del proceso, permitió a Jaén “vivir una proeza que sin duda ensalzaba la historia de la ciudad”. Ayer se subió el segundo peldaño, mientras el Linares también tiene motivos de satisfacción. Sin agobios, desde luego, todo a su hora, pero podemos soñar que, con firmeza y poco a poco los años que vienen no lleven a altos horizontes. Ahora, de momento, alcanzar hasta los 100 puntos sería una flor que empezara adornando La Victoria, como “inclinado hacia la luz clara / de este nuevo cielo”, en palabra de un gran poeta.