los 1.174 pases (y 2)

    16 jul 2018 / 08:15 H.

    Después de las sorprendentes revelaciones de que jugadores significados estaban convencidos, y así lo habían manifestado, de que con el sistema establecido no se podía ganar el Mundial, surge en algunos medios esta cuestión: ¿Qué hay detrás del “seguro confort” de Diego Costa en la selección española tras este testimonio tan significativo y relevante? Naturalmente una demanda que nada tiene que ver con la persona, sino con el papel que representa en el devenir del equipo nacional y las consecuencias estratégicas y tácticas que un jugador de sus características técnicas produce en el colectivo. La pregunta clave viene a ser: qué razón o razones, nunca manifestadas ni conocidas, han llevado a los últimos seleccionadores a remover, renunciar y modificar el estilo y la forma de jugar de nuestro combinado nacional, un estilo y una forma de jugar que dio tres títulos internacionales, para adaptarse a las condiciones de este jugador. Y para crear más suspicacia, se pueden referir las inauditas y sospechosas justificaciones que a posteriori han formulado algunos ilustres, llegándose a hablar de “fútbol y antifútbol” que recuerda lo de la rancia antiespaña franquista, o la materia y la antimateria en el orden cósmico. ¡Mira que decir que en el partido ante Rusia nuestra selección dominó casi todo el tiempo! ¿Cómo se puede tratar a los aficionados de forma tan irreverente? “El tiqui-taca, dice Alfredo Relaño, no era eso. No eran 1.174 pases para conseguir un autogol... El tiqui-taca era un modelo de posesión en el campo contrario, pase veloz entre unos y otros, balón fuerte, bien tocado, haciendo mover a la defensa contraria hasta ver la rendija y entonces meter el balón por ahí. Estaba basado en el buen pie de los practicantes, pero también en su atención para provocar huecos y aprovecharlos. Y con disposición para recuperar cada pérdida, con presión colectiva. Y vuelta a empezar. No era lo que hemos visto ahora: pasear el balón como si fuera un perrito (que no hace pis)”. Pues así han ido las cosas, con la sorprendente, inquietante y nunca justificada insistencia.