Tejiendo vidas

28 nov 2016 / 12:10 H.

En pocas ocasiones se juega con la nostalgia del público en el panorama teatral español e internacional, quizá por ello reconforta asistir a un espectáculo lleno del pasado de su protagonista. Será que en ese pasado queda también identificado el recuerdo que tenemos de nuestro ayer. Será que en ese pasado toma vida el recuerdo que otros cercanos han compartido con nosotros. “Hilos” es un claro canto a ese baúl de los recuerdos que rinde homenaje a los seres queridos que una vez fueron para nosotros literatura de su memoria. Su argumento se alimenta de juegos extinguidos de la imaginación de los niños actuales, de canciones populares sobre las que se extiende el pesado polvo que las lleva al olvido y que una vez, lejos de tanta modernidad, fueron melodía sonora de las calles infantiles, de la voz y la caricia de los abuelos, de los episodios felices o amargos de nuestros padres, de nuestra luz y de nuestra herencia emocional. “Hilos” entreteje la ternura, el sacrificio en tiempos difíciles, el miedo en los escenarios de la guerra, los juegos detenidos por la madurez, y lo hace con destellos de magia frente a los ojos y los corazones que son desbordados por la imaginación. “Hilos” es un trabajo precioso de la única actriz de su reparto, aunque en su argumento caben todos los personajes que han dado importancia a su vida, a nuestra vida. Hay trabajos que requieren un gran esfuerzo para convencer a cualquier público, este ha nacido de una pizca de corazón. Pero tras ese corazón se esconde una trayectoria teatral reflejada en la rica dirección, la sorprendente escenografía que lleva lo sencillo a trucos de perfectos ilusionistas, un juego de luces que no sorprende pero resulta tan acertado que se vuelve piel de las escenas y una selección musical propia de corazones capturados en la nostalgia. Pocas veces una historia familiar se ha vestido con los hilos de tanta caricia emocional, rara vez, en el mundo loco por el que transitamos, la memoria de uno se convierte en el intento de despertar recuerdos amontonados en la vida de tantos. Según el argumento de “Hilos”, la vida puede ser una inconmensurable aglomeración de vivencias de todos los colores habidos y por haber, que nos enriquece tanto en la alegría, como en la tristeza, o un montón de cáscaras de pipas vacías, símbolo del tiempo perdido cuando solo nos dedicamos a observar, pasivos, cómo se van los días.