Las mejores “fábricas de rimas”

El Museo acoge una velada poética y musical en memoria del profesor y escritor Pepe Román

24 mar 2017 / 11:57 H.

Todos llevamos dentro de nosotros una fábrica de rimas, cosa que algunos bien dotados saben transformar en poemas o canciones”. Este era el comienzo de la última columna de Pepe Román en Diario JAÉN, publicada cuatro días después de su fallecimiento, a principios de diciembre de 2015. Y esta fue la frase con la que Lola Araque, su mujer, quiso cerrar la velada poética y musical que se celebró en el Museo de Jaén en homenaje al maestro y escritor. Una cita que, como explicó la directoria, Francisca Hornos, al dar a la bienvenida a los asistentes, supone la clausura de la exposición dedicada a este comprometido jiennense. Pinturas y fotografías de un buen puñado de artistas, amigos suyos, que se han mostrado en las salas temporales desde el mes de enero.

Fue con otro texto de Pepe Román, también un artículo publicado en estas páginas, en 2007, con el que comenzó este acto, en la que la poesía y la música fueron protagonistas. Era “Me duele, y sin embargo...”, el que leyó la actriz y dramaturga Lola Vico. Al otro lado, la sala completa de público, muchos de los incontables amigos del escritor, profesores, pintores y poetas. El piano, con Juan Alberto Buitrago y Ana Pérez de Tudela, sirvió de hilo conductor entre los versos recitados por seis poetas jiennenses. Sonó, para abrir la velada, el segundo movimiento del Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo. Y sin pausa, Joaquín Fabrellas entonó Labradores, de Perito en lunas. Este recital, coordinado por Lola Araque y el poeta Juan Manuel Molina Damiani, estuvo dedicado a la poesía de Miguel Hernández, un guiño al 75 aniversario de su fallecimiento que se cumple la próxima semana. En esta primera parte, también se escuchó Me tiraste un limón, y tan amargo...de El rayo que no cesa, en este caso de voz de Marco Rodríguez Piñero. Ana Pérez de Tudela interpretaría, entre ambos, Habanera, de Ernesto Halffter, y después, la Danza número 2, de Granados. Cerró el único poema que no era del poeta de Orihuela, Vacaciones, de Rafael Zabaleta, declamación de Pedro Luis Casanova.

Una romanza de Bacarisse, con Buitrago al piano, arrancó la segunda parte. Alfonso Fernández Malo emocionaría, después, con El niño yuntero, de Viento del pueblo. Este recorrido por la poesía de Hernández también tuvo paradas en su Cancionero y romacero de ausencias, con Mi casa contigo era, que leyó Antonio Negrillo —relevó a Manuel Lombardo, que no pudo asistir como estaba previsto— y Llamo a los poetas, de El hombre que acecha, que recitó Sergio Franco. La música que los acompañó fue una pieza de Federico Mompou y varias de las “canciones populares” que Lorca firmó con La Argentinita, entre ellas, Las morillas de Jaén, con las que se cerró este acto de recuerdo y homenaje a Pepe Román.