Daniel Luque fue el gallo en Sabiote

No se pareció a Rafael ni a Joselito, pero Daniel Luque fue el gallo en Sabiote. Esos Gallos quedan atrás para la historia de la tauromaquia y ahora en las plazas los que se llevan son los que tienen cresta y plumas. Y si no, que se lo digan a Juan Ortega cuando daba la vuelta al ruedo después de cortar una oreja a su tercero cuando le lanzaron uno con sus alas y su cresta que se afanó por hacerle “toricos” a buena parte de su cuadrilla hasta que un operario de la plaza le “echó el guante”. En el cuarto, a El Fandi le pasó lo mismo, pero su cuadrilla estuvo más en “zorro” y lo cazó rápido.

24 ago 2015 / 12:15 H.

Sin embargo, cuando Daniel Luque dio su vuelta al ruedo, no se asomó ni una cresta por el tendido. El gallo fue él después de sellar una gran faena de mucha cercanía y valor y poco toreo pausado que le sirvió para firmar lo mejor de la tarde. Recibió al toro de Sancho Dávila sacando las manos para no mover las zapatillas a la verónica. Luego se arrimó en unas ceñidas gaoneras antes del tercio de banderillas. Inicio con la muleta con unos estatuarios que impresionaron más después de cerrar las primeras series con bellos remates por bajo. Lo llevó en redondo citándolo largo y pronto vio que por la izquierda era más difícil. Le pegó un parón y lo miró, pero Daniel Luque, en vez de seguir con la derecha, insistió hasta conseguir torearlo también por ahí. Cosas de gallos. Acabó con dos series bellas y poderosas pasándose los pitones por los muslos sin mover las zapatillas. El espadazo fue fulminante, que sirvió para reforzar la petición de los dos trofeos de un Daniel Luque enfadado en una actitud de gallo de pelea.
El quinto fue más complicado. A Luque, desde el principio, no le gustó. Entonces, el gallo aleteó demasiado, quizá de rabia por la condición del toro. Le dijo al presidente que cambiara el tercio cuando entendió que ya estaba parado a la verónica, detuvo a la banda de música en el tramo final de la faena y hasta miró y movió la cabeza en tono molesto cuando un espectador le recriminó que hubiera parado los acordes de la música. Enseñar tanto el espolón no es bueno. El toro casi no humillaba y se quedaba cortito y Daniel Luque logró un trofeo después de moverlo de un lado a otro con la muleta por el albero de la plaza. Lo que tenía que torear el gallo, lo hizo en su primero.
El Fandi pechó con un toro que abrió plaza bastante complicado. Lo recibió con una larga cambiada de rodillas, el quite lo hizo por chicuelinas e hizo lo que pudo con la muleta en una faena con más adornos que muletazos. El astado tampoco le ayudó. El cuarto, aunque se movía mucho y, en ocasiones, parecía que quería comerse la muleta, fue un mansito complicado que llegó a “cantar la gallina”. El Fandi lo volvió a recibir con una larga cambiada de rodillas e hizo un tercio de banderillas poderoso en el que dejó que el toro cogiera mucha velocidad antes del embroque. Se lo pasó dos veces por detrás con la muleta en una faena larga, pero con poca emoción. Era mucho pan con muy poquito jamón, que llena, pero que alimenta poco. Y como se entendió que el “menú” que había puesto el torero había sido generoso, logró los dos trofeos.
Juan Ortega firmó una bella serie de naturales en el sexto encajado y con mucha verdad. En sus dos toros dejó buenos muletazos, pero ninguna de sus dos faenas fue maciza. De todos modos, el nivel de exigencia ha de ser menor porque es un torero que está en formación. Fue una tarde entretenida y con un espectáculo interesante, en la que el público salió satisfecho. Eso sí, lo más templado fue entre el tercer y el cuarto toro. Salió la carretilla para alisar el albero y su conductor trazó unas curvas perfectas en los medios. ¡Qué maravilla! Lo hizo despacito y con arte hasta dejar el piso de lujo.