Retrato del Vietnam más rural

La cámara es una compañera de viaje imprescindible para cualquier aficionado a la fotografía. Para otros, es la razón primordial por la que suben en un avión y hacen miles de kilómetros fuera de España. Es este el caso de Pedro José García González que, en apenas una semana, mostrará lo mejor que vio por su objetivo en la primavera de 2012, cuando viajó a Vietnam. Será con una exposición en la sala de Caja Granada, en el Paseo de la Estación, que abrirá sus puertas el próximo 1 de septiembre.   

22 ago 2015 / 08:22 H.


Cada año, y lleva cinco, elige un destino para este viaje fotográfico; no son, dice, unas vacaciones ni para ver monumentos, ni para hacer deportes de riesgo, solo para capturar instantáneas que reflejen lo mejor posible otras culturas, su modo de vida y su día a día. Lo hace con uno o dos compañeros. Deciden el país, estudian qué zonas les puede interesar más y se lanzan a la aventura. El primer destino, recuerda, fue China; después, se decantaron por la colorida India y, un año más tarde, Vietnam, el mejor para él hasta ahora. En 2013, cambiaron de continente y fueron hasta Perú y en 2014, volvieron a Asia con Nepal. “Ahora mismo no tengo previsto un nuevo destino, pero creo que me volvería a decantar por este continente. Me atrae muchísimo por el contraste cultural, por su exotismo y también por lo cercanas y permisivas que son sus gentes”, asegura.
Y ese, precisamente, es su gran objetivo. “Quería representar el Vietnam más rural, más auténtico, alejado del turismo, gente que vive de la agricultura, la ganadería y la pesca, su vida cotidiana”, reconoce. Pero, para ello, hay que alejarse de los circuitos habituales que siguen los extranjeros: “Hay que hacer muchos kilómetros, meterse en las montañas en 4x4, perderse”. De este país, recuerda, le llamó la atención estar rodeado de selva, un verde frondoso, impresionante y un clima caluroso y muy húmedo. “Es un entorno de gran belleza pero lo que más atrae es la cercanía de la gente”, confiesa. Allí capturó algún paisaje pero, sobre todo, retratos y estampas cotidianas. La gente, dice, es imprescindible en su fotografía. Y todo, en este caso, en blanco y negro. “Cuando viajo siempre llevo una idea preconcebida sobre si utilizaré color o blanco y negro”, destaca. Aún así, reconoce cierta predilección por la gama de grises: “Entre el 85 y 90% de las que hago siempre son en blanco y negro”. Tras mucho trabajo de selección y tratamiento, las miles de fotografías que hizo han quedado en una colección con la que ha ganado un par de concursos, ya que, habitualmente, es el primer “destino” de estas instantáneas viajeras. Ahora, al completo, la muestra en esta exposición, al igual que ya hizo en años anteriores con las de China e India, que presentó bajo los títulos de Miradas de Oriente e India en la retina.  
Aficionado desde siempre a la fotografía, sitúa su comienzo más serio en el año 2007, cuando le regalaron la primera cámara réflex. Desde ahí, todo ha sido formación, práctica y pasión. En este tiempo, reconoce, se ha especializado en lo que le llama la atención, el reportaje social, el retrato y la fotografía de viajes, por supuesto. Hizo cursos con grandes profesionales, como Rafael Roa y Tino Soriano, uno de los dos fotógrafos de National Geographic en España. Y el resto, dice, lo hace la fascinación por fotografiar continuamente.