Lucha de los veteranos “estropeados” por ser iguales y más visibles

"Soldados viejos y estropeados”, lee José Andrés Cano en el pie de la portada de la revista que la Asociación de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad edita cada tres meses.

01 abr 2015 / 15:21 H.

Él es el presidente en Andalucía Oriental de este colectivo, que ya ha cumplido un cuarto de siglo de existencia. “A mí no me importa que nos llamen así”, dice con media sonrisa, en tono anecdótico. Como les llamen o se llamen, sin duda, no es lo más importante. Fue hace ya una década cuando le encomendaron la tarea de ponerse, en Jaén, al frente de este colectivo que reúne a todos los miembros de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad que han sufrido heridas, lesiones o enfermedades, llegando a adquirir una discapacidad. Sabe que la particular batalla a la que se enfrentan es la defensa de los intereses económicos, morales y sociales de aquellos que quedaron desamparados de la protección oficial que les brindaba el Cuerpo de Mutilados.  
Problemas a los que se enfrentan desde la década de los ochenta, cuando el Gobierno decidió disolver este cuerpo en el que los militares que adquirían una discapacidad podían seguir ligados activamente al Ejército. Una vez desaparecido, todos sus miembros pasaron a la situación de retirados por discapacidad. El propio José Andrés Cano vivió en primera persona este cambio. Él, con 35 años, sufrió la deflagración de una bomba de la Segunda Guerra Mundial, que había sido hallada por un pesquero en aguas africanas, mientras intentaba desactivarla en el polvorín de Fadricas. Se quedó ciego, pero, tras muchas operaciones, casi milagrosamente, recuperó gran parte de la visión. Fue destinado, entonces, dentro del Cuerpo de Mutilados, a labores de oficina hasta 1992. Él, y miles de compañeros más —en la actualidad, son 4.000 socios— repararon en la necesidad de unirse para luchar pos sus derechos. Así nació Acime.


La inmensa mayoría de sus socios, ya fuera del Ejército y de los Cuerpos de Seguridad del Estado, no tienen más cobertura que pensiones mínimas y lesiones o secuelas que les impiden acceder al mercado laboral con igualdad de condiciones.

La palabra “desamparo” sale entre los labios del propio José Andrés Cano y también de Luis Calahorro, secretario de la asociación. Pero no es lo peor, añade este último, si no la desigualdad entre unos casos y otros: “Si el accidente se produce mientras luchas contra el terrorismo o en una guerra, no recibes las mismas ayudas ni reconocimiento que si un chorizo te pega un tiro en una atraco de un banco”, dice, muy crítico este guardia civil que perteneció a los Tedax. Son cuestiones económicas, pero también de reconocimiento tras una vida dedicada al servicio de España. Y aun así, a pesar de todo lo vivido, dicen, volverían a trabajar de nuevo en estos Cuerpos.  
Y en esta tarea trabaja Acime, que pertenece al Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad y está declarada como de utilidad pública. De hecho, hace unos años, crearon el Centro de Recursos Integrales de Discapacidad Militar para dar respuesta a la creciente demanda del colectivo y  lograr una mayor integración social. Especialistas en varios campos lo forman. En Jaén, Dolores Salinas es la psicóloga que trabaja desde la sede de la asociación, espacio cedido por Defensa en su Subdelegación. Un importante gesto para el colectivo, dicen.
Ahora, la lucha continúa y, en ella, es imprescindible dar se a conocer más entre la sociedad e, incluso, entre los militares retirados. Y, en ese sentido, organizan, desde esta sede de Jaén —que podría centralizar en un tiempo a toda Andalucía— un concierto benéfico, el 23 de abril. Un empujón para abrirse a la sociedad y también apoyar su labor.