¿Alguien quiere un tesoro?

Bernardo Jurado tiene un tesoro que quiere dar a conocer a todo el mundo, porque, dice, a los mayores les producirá “cierta nostalgia”; a los de una edad intermedia, “unos vagos recuerdos” de cómo eran las cosas que les contaban sus padres y abuelos; y a los que son más pequeños les dejará “ilusionados” por contemplar unos objetos “que jamás habían visto”.
Así de claro lo tiene este director del Centro de Día para Personas Mayores “Maristas” Jaén II y presidente de la Asociación de Amigos de los Castillos de Jaén. Dos cargos que compagina con su verdadera pasión: Coleccionar antigüedades de la vida cotidiana en España desde 1898 hasta 1939. Una afición que practica desde hace 40 años y que le ha llevado a conservar un “incontable” patrimonio artístico y cultural, al que logra poner control a la perfección gracias a sus numerosos inventarios, que se clasifican en siete apartados: Medicina y Farmacia, Educación y Religión, Economía, Ocio y Tiempo libre, Prensa y publicidad, Militar e Inventos.

19 ago 2014 / 11:09 H.


“Me gusta coleccionar todo lo que tiene que ver con la vida cotidiana en nuestro país desde 1898, cuando perdimos las últimas colonias en América, hasta el final de la Guerra Civil, cuando comienza, digamos, el mundo tal y como lo conocemos”. Así explica este coleccionista jiennense su interés por acaparar antigüedades, entre las que dispone de artículos tan preciados como una máquina de escribir de 1913, todos los periódicos publicados por el diario ABC durante la Guerra Civil o un casco del ejército nazi utilizado por la División Azul en Rusia.

Unos objetos únicos y de un valor incalculable que Bernardo no quiere tener más encerrados en cajas, quiere verlos lucir en las vitrinas de un futuro Centro de Interpretación. “Mi objetivo es que todas las piezas de colección que tengo pasen a manos de algún ayuntamiento o de la Diputación Provincial, por ejemplo, para que sean expuestas en un museo y la gente pueda acercarse a ver las piezas que han conformado el inicio de la historia tal y como la conocemos en la actualidad”, explica. Para lograrlo, contempla la venta de parte de su patrimonio a aquella institución que esté interesada en exponer estas piezas, una opción que, dada la situación económica, descarta en la actualidad. De este modo, también estudia la posibilidad de ceder en régimen de alquiler sus propiedades y que dentro de un tiempo la institución que las tiene arrendadas pase a ser propietario de las mismas.

Pero Jurado no quiere de ninguna manera que su tesoro se amontone en su casa o en la sede de la Asociación de Amigos de los Castillos y nadie llegue a disfrutar como se merecen todas estas piezas. Objetos únicos, como las condecoraciones militares del bando republicano, que, asegura, son “las más difíciles de encontrar”; las medallas por heridas de guerra del ejército de Hitler o cartillas de racionamiento, con las que los españoles conseguían suministros para calmar el hambre.

Bernardo lo tiene claro: Tiene un tesoro y solo falta quien se haga con él para ponerlo a disposición de todo aquel que quiera disfrutarlo.