Arte para remover conciencias

Maldigo la poesía del que no toma partido hasta mancharse”, decía Gabriel Celaya en uno de sus poemas. Eso es lo que piensa el artista jiennense David Padilla, que, en una de sus últimas obras, ha puesto en valor a Alfredo —un mendigo fallecido recientemente en la capital— y, con él, la realidad de todos los que tienen un techo bajo el que vivir.

29 jul 2014 / 22:00 H.


“El arte tiene la obligación de sensibilizar a la sociedad. Pienso que tenemos que denunciar las condiciones de la gente y visibilizar no solo sus problemas, sino también sus rostros”, afirma el pintor. Y eso es lo que sucede con Alfredo, mendigo con nombre, un óleo sobre tabla, de 60x45 centímetros. La obra pretende llamar la atención sobre una figura que, durante años, paseó por las calles del casco antiguo de la capital y que ya falleció.
¿Alguien lo echa en falta? ¿De verdad era conocido? ¿La sociedad percibía su presencia? Eso es lo que se planteó Padilla, que recuerda cómo a principios del verano, Alfredo se sintió mal y un trabajador del Colegio de Arquitectos y amigo suyo, Javier Milla, llamó a Urgencias. “Lo atendieron allí mismo, pero no sé si murió en el traslado de la ambulancia o en la propia calle. La historia me impactó muchísimo y quise matar su anonimato. Yo lo veía a diario. Sé que era de Segovia”, recuerda el pintor. Así, desde principios de mes, David Padilla fue colgando en la red social Facebook imágenes de cómo avanzaba su proyecto. “Mendigo con nombre, tu única posesión, y yo enfadado con tu muerte callejera y tu sueño incumplido. [...] Miro tu mirada y quiero salvarla de nada pintándola. Y por los colores serás recordado y en la vieja paleta tu soledad asesinada”, publicó en internet. El reto estaba lanzado y, pronto, empezaron a aparecer los primeros comentarios. Muchas personas conocían a Alfredo y explicaban lo que habían percibido o algún recuerdo.


Los primeros esbozos del trabajo se centraron en recuperar los ojos, una mirada “infantil” que recuerda que ese hombre “tuvo una infancia, unos miedos, unas ilusiones”. David Padilla quería detener todo lo que emanaba esa mirada de niño “destrozado”. “Los mendigos son personas que, además de pedir una mano para pedir, tienen una historia detrás y, en la mayoría de los casos, se desconoce”, explica el artista. Así comenzó su proceso creativo, que duró casi tres semanas, es decir, muchas horas encerrados en su estudio. No pintó de memoria, sino que otro amigo, Fernando Mármol, le dejó una fotografía de Alfredo. “Entiendo que el arte debe ser social. Hacer visible y lo invisible. Parece que cuando lo llevas a un cuadro o a un papel, le imprimes respeto. Era mi pequeño homenaje”, sostiene David Padilla.
El cuadro ya está terminado y los ojos de Alfredo reflejan esa viveza infantil. Por eso, el artista jiennense afirmó: “Consumé mi venganza por ti. Asesiné tu anonimato, reivindiqué tu nombre y lloré con tus lágrimas”.