Flores con la “esencia” de la vida

El artista mallorquín afincado en Jaén Luis Manuel Luque inicia el proyecto empresarial “Eternity Life”

27 jul 2016 / 11:45 H.

La flor es un idioma universal de cultura y puede ser el mejor recuerdo que conserve la “esencia” de la vida durante toda la eternidad. Bajo este premisa, el artista Luis Manuel Luque Sureda, mallorquín afincado en Jaén desde hace décadas, comenzó a investigar en un producto artístico enfocado al sector funerario: flores hechas con las cenizas de una incineración. “Es una obra que quedará en custodia familiar para toda la vida”, explica. Un recuerdo alejado de las habituales urnas funerarias. “La flor es un idioma internacional de cultura, una flor está presente en una celebración, en un entierro; sirve para una felicitación”, enumera el creativo. Y así, tras años de dar vueltas a este proyecto, acaba de fundar la empresa con las que comercializará estas flores “únicas”, se llama “Eternity Life. Esencia de la vida”.

Este “arte funerario”, dice, está muy unido a lo que ha sido su obra siempre: “Una pintura oscura, de ritos y fuego, melancólica, unida al más allá”. Si busca el origen de la investigación que lo ha traído hasta aquí, recuerda que, tras la muerte de su padre, se le ocurrió transformar sus cenizas en un retrato. Ese fue la primera obra en este “apasionante” mundo, como lo define. Ahí, relata, empezó a darle vueltas para hacer algo original, que no estuviera ya en el mercado funerario. “La idea de los retratos no convencía y encontré el hueco indagando, trabajando y luchando”, defiende. “Las ilusiones son el motor de la vida, ¿quién me iba a decir a mi que acabaría en este sector?”, reflexiona.

Por el momento, cuenta con un socio en Andújar vinculado a este sector y realiza varios prototipos para extenderlos por tanatorios y funerarias. Estos, a falta de la “esencia”, los crea con cenizas de animales de compañía. Así, ofrece las flores en urnas de metacrilato, a modo de relicarios, en los que, apunta, se puede inscribir el nombre del difunto o una fecha. Como base de sus trabajos, utiliza el alambre y la tela, con los que da forma a las flores, desde los pétalos de rosas, a orquídeas, margaritas, flor de loto y hasta pequeños olivos. Esa es la última innovación en cuanto a los diseños, al igual que una biznaga malagueña, que le han pedido desde el tanatorio municipal de la ciudad costera. “Ahora también estoy probando con ramos naturales de olivos”, asegura. A través de un producto creado por él, consigue darles forma y endurecer el resultado de la figura, antes de darle color con barnices y otros pigmentos en los que mezcla las cenizas. “Nunca habrá dos iguales”, resalta. “Y el resultado es elegantísimo”, insiste.

Cuando tiene la base preparada, comienza el proceso con las cenizas. Solo necesita 150 gramos para una flor. Para utilizarlas, las tamiza, las limpia y quita impurezas, hasta que queda solo polvo mezcla con sus productos — que guarda celosamente en secreto— para crear una masa que aplica a la base de la flor. Toda la fórmula dice, la tiene patentada, al igual que la empresa “Eternity Life”.

“Ilusiones en este proyecto las tengo todas, porque sé que va a ir hacia adelante. Cada vez se realizan más incineraciones y el producto es muy competitivo y originalísimo”, explica. Pero, ¿cuánto cuesta esta obra de arte “única” con la “esencia de la vida”? “No es nada caro si se compara con el mercado de los diamantes hechos con cenizas, que van de los 3.000 a los 20.000 euros. Una flor cuesta desde 190 euros”, detalla. No es ajeno a las reacciones de extrañeza y rechazo pero dice que introducir en el mercado un producto siempre es complicado y es optimista: “Es cuestión de ir poco a poco, sin prisa y sin pausa. Todo llegará”.