El virtuosismo de Malikian conquista Jaén

El violinista llena el Infanta Leonor
en un concierto que cuenta con más de 800 jiennenses entre su público fiel

28 oct 2017 / 11:31 H.

Con las luces apagadas, las cuerdas de su violín comenzaron a temblar. El público, entusiasmado, contemplaba el escenario que, al trasluz, dibujaba su silueta y la inconfundible sombra de su melena rizada. Su melodía se hizo, cada vez, más conocida. Se trataba de Intro de Hendrix, un tema con el que Ara Malikian dio la bienvenida a los 800 jiennenses que le acompañaron en el Teatro Infanta Leonor. Así inició su gira La increíble historia del violín —título homónimo de su último álbum que presentaba en el XVIII Festival de Otoño—, un espectáculo que ha dado la vuelta al mundo y cuyos encuentros, como en el caso de Jaén, colgaron el cartel de “entradas agotadas” nada más ponerse a la venta.

El artista libanés se dirigió al público para agradecerles su presencia y destacar que estaba contento de volver a Jaén. Después, trasladó a todos a Oriente Medio con Kach Nazar, una melodía a la que siguió Broken Eggs, un tema rockero en el que no faltaron los brincos y una gran cantidad de energía derrochada sobre el escenario. Era contagioso o, al menos, así respondieron los espectadores, que no dejaron de aplaudir y vitorear su actuación.

El violinista sorprendió con algunas de las composiciones propias que forman parte de este trabajo, como fue el caso de Con mucha nata, obra que va “in crescendo” a un ritmo cada vez más vertiginoso, o Bourj Hammound, un tema más animado en el que los ritmos orientales vuelven a cobrar vida con una fusión con la música clásica y que, según él, la compuso pensando en Beirut, el barrio donde se crió. “Me recuerda a un Mediterráneo multicultural”, afirmó. Y puede que ese sea el verdadero secreto de su éxito, que radica en la mezcla de ritmos, la unión de las razas a través de los acordes de su violín y el dejarse llevar sin límites ni condición a través de las notas, los saltos, la energía y, cómo no, la música.

El virtuosismo de las libanés deslumbró con Requiem para un loco, La danza del percebe y Life on mars, Bowie, una pieza armenia, sofisticada y con cierto carácter melancólico que creó una atmósfera de ensueño. Ese fue el momento más íntimo de la noche, el mismo en el que los jiennenses se sintieron más cerca del músico, que también les regaló la interpretación de El vals de Kairo, una canción que Malikian compuso para su primer hijo y, según él, está inspirada en las patadas que daba desde dentro de la barriga de su madre. Cuenta con ritmos que, según muchos indican, trasladan a un París de los años cincuenta.

Bajo el halo de esa línea temporal, el artista interpretó 1915, una obra que dedicó al genocidio armenio en el que murieron sus abuelos y que, en varias ocasiones, comparó con la situación bélica que vive Siria en este momento.

Sobre las tablas del Infanta Leonor, el violinista tocó, además, temas de otros artistas, como Kashmir, de Led Zeppelin; Preludio, de Fréderic Chopin, y Campanella, de Nicolo Paganini, uno de sus grandes ídolos. “Él cambió la historia del violín con su manera de tocar... ¡cambió hasta la forma física del instrumento! Es un grandísimo genio”, destacó.

Con este tema, y algunas anécdotas, el compositor cerró uno de los conciertos donde estuvo más enérgico que nunca. Malikian se mostró cercano y atento con el público jiennense. Volvió a cumplir con las expectativas que todos tenían a la hora de verlo, algunos por primera vez y otros que repetían, como fue el caso de algunos presentes que confirmaron que no lo veían desde su actuación, hace seis años, en el Festival de Otoño. El libanés conquistó con su violín, una vez más, a todos los jiennenses, que esperan volver a verlo por la provincia muy pronto.