Diario JAÉN, “Érase una vez...”

17 oct 2016 / 11:44 H.

Cuando fue inaugurado el nuevo Banco de España sobre planos del arquitecto navarro Rafael Moneo, no faltaron en Jaén comentario adverso al edificio. De modo parecido sucedió en Madrid con la prolongación del Museo del Prado puesta en cuestión en alguna revista dedicada a temas relacionados con las Bellas Artes. De modo poco afortunado, aquella persona cuyo nombre ahora no deseo recordar, ponía en cuestión la ampliación de nuestro principal museo que, hasta donde puedo opinar, me parece un trabajo verdaderamente ejemplar, incluida la puerta de bronce realizada para el nuevo edificio según diseño de la escultora vasca Cristina Iglesias; cuyas obras en general, no me parecen tan notables como la citada puerta, proyecto o boceto, no lo olvidemos, elegido por Moneo. Pasados los años, ambas obras, entre otras muchas del referido arquitecto, se han afirmado hasta formar parte de nuestro patrimonio arquitectónico. Ya sucede con el edificio de Moneo en Jaén, a mi modo de ver, uno de los dos edificios más importantes levantados durante la segunda mitad del pasado siglo; el otro es el del arquitecto granadino José Jiménez Jimena (1921-1983), en el que, según encargo del magnífico profesional, entre otras obras de su mano, figura un importante friso realizado por el escultor comprovinciano Miguel Fuentes del Olmo; casualidades aparte, autor de la escultura encargada por Diario Jaén, con motivo de conmemorar su 65 aniversario. Por lo demás, un bronce que figura en “Érase Una Vez...”. Magnífica exposición comisariada por la redactora jefa Manuela Rosa, inaugurada en el citado alzado sobre planos de Moneo y abierta hasta final del mes de octubre en este espacio de verdadera referencia arquitectónica para la ciudad de Jaén.

No, no es fácil hablar de las artes espaciales; las capacidades de nuestros hemisferios nos obligan con desigual garantía de aproximación. Nuestro hemisferio izquierdo no procesa como el derecho y, en consecuencia, capacita para actividades diferentes, afectando también a la fotografía, precisada también de una intuición especial a la hora de captar imágenes que solo dura segundos. El fotógrafo viene a ser un testigo codicioso de imágenes que alimentan nuestra curiosidad y forman la mirada ciudadana, haciendo normal algo que antes no lo fue. La sociedad tiende a verse desde sí misma; se acepta, crece y se estimula contemplando y contemplándose. El reportero con sus imágenes y el redactor con su pluma se ahorman y ponen en juego, diariamente, las capacidades de ambos. A mi modo de ver, existen motivos suficientes para percibir en el periódico un medio de información, cultura, pero también de ocio. A través de su secuencialidad diaria contribuye a transformar la mirada colectiva. Cierto que no siempre de modo complaciente; también mediante imágenes quemantes y, en alguna medida, adversas a toda lógica social. En fin, evidencias procedentes de un siglo de guerras con nuevas cotas extremadamente perturbadoras en nuestros días. Sí, ciertamente, imágenes verdaderamente inquietantes, publicadas casi en eso que ahora llamamos tiempo real. Noticias en sí mismas, debidas al ojo y a la pluma o, más bien, al ordenador, envueltas en las páginas de esa publicación diaria que se nos acerca con la sencillez del amigo; cuya veracidad corresponde a la sagacidad y al trabajo de los periodistas en torno a un territorio que, sin descuidar aquellas noticias producidas en cualquier lugar del territorio español, centran su máxima atención en lo local. Trabajo duro, claro que sí, precisado de una ética deontológica incuestionable y cabal. Sin embargo, no siempre es comprendida la actividad de quienes hacen posible la información justo al filo de la noticia; cuya prontitud, efectividad y rigor, como vemos en la muestra que ahora nos ocupa, reclama la efectividad de redactores y fotógrafos. Noticias gratas y otras preocupantes hasta esa quemazón que llega a quebrar nuestro pequeño plato de alegría; ambas codiciosamente extraídas de la realidad por ojos que ven y traducen lo visto a palabras, y otros que saben mirar a través del objetivo de su cámara. Sí, hablamos de esa percepción de la realidad que, cuando ha desaparecido, se precisa y que Pérez Reverte recompone en “Hombres buenos”, a cuya capacidad narrativa nadie puede negarle su filiación periodística. Es pues ese aliento con el que, día a día, Diario JAÉN va escribiendo la historia de esta provincia, ilustrándola con sus correspondientes imágenes para mayor veracidad.

LA EXPOSICIÓN. A mi ver, esta exposición es elocuente en todo ello. En efecto, 75 años de historia de Diario JAÉN precisa de la ejemplaridad de sus profesionales, dedicados no solo a testificar el acontecer diario de la provincia; también dan cuenta de aspectos que tienen que ver con el resto de la geografía española y aun de latitudes más lejanas. Como antes apunté, ahormadas en la cabal cuadratura de sus páginas, ambos menesteres conforman el abrazo diario, secuencial y unitario el tenaz trabajo que hace posible ésta publicación. En este sentido, es obligado destacar la labor de centenares de profesionales del periodismo como agentes efectivos que, cada uno en su disciplina, aportan un valioso servicio y, en alguna medida, contribuyen y robustecen la memoria colectiva de la provincia. Por lo demás, historia, no se nos olvide, en medida muy crecida, conservada en al amplio y nutrido archivo de Diario JAÉN. A manera de síntesis, la muestra nos acerca la información de los hechos con mayor relieve acaecidos en tierras jiennenses, ilustrados con imágenes de gran calado visual. Se trata, pues, de secuencias de la realidad obtenidas durante un largo periodo que abarca ya siete decenios y un lustro de nuestra historia tratada según la propia evolución de los medios que son afines a este formato informativo. Junto con el paso de la impresión del blanco y negro al color, las páginas de Diario JAÉN se han venido enriqueciendo con el avance tecnológico de diferente naturaleza, entre los que figuran descubrimientos como el teléfono móvil, el ordenador, en especial el portátil, y, en fin, todo cuanto ha modificado este medio; incluido todo aquello relacionado con la Red. Como certeramente advierte Félix de Azúa en su ejemplar publicación “Autobiografía de papel” (201), “...el periodismo, que ha sido desde su inicio una artesanía y un oficio, en el momento en que las artesanías recuperan su espacio propio y expulsan al arte, se convierte en un espacio dominante. Ningún otro género ha ampliado su espacio físico de manera tan global como el periodismo”.

IMPRESCINDIBLE. Otro de los aspectos puestos en juego que contribuyen en el actual periodismo es la fotografía. El llamado fotoperiodismo supone un complemento imprescindible muy en alza en nuestros días: En su Discurso de Ingreso, pronunciado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, un fotógrafo e historiador tan solvente y reputado como Publio López Mondéjar, además de poner en cuestión la fotografía aupada y sostenida con la trasnochada “movida” al frente de cuya peripecia cuentan personas como OuKa Leele, en “Los expertos son un peligro”, entrevista publicada en El País (25/lll/2008) no duda en manifestar que a él, sin duda, “le interesa la fotografía-documento, que nace de la realidad y es producto de una mirada personal. “Los que quieran ser artistas, que dejen las cámaras, porque estamos hablando de otra cosa”.

Efectivamente, otra cosa son las ejemplares fotografías de profesionales como Cristina García Rodero, quien hace unos días dictaba una conferencia en la Facultad de Bellas Artes de Granada, conducida por Francisco Sánchez Montalbán. Nos referimos a ese universo narrativo de la fotografía conectable con el periodismo, en no pocas ocasiones sensible a la historia. Pues como es sabido, no faltan escritores que ven en la fotografía, contemplada de modo retrospectivo, un complemento visual a la hora de percibir aspectos de progreso social que un día fueron soslayados. Hechos aceptados y cotidianos en nuestro vivir merced, claro es, al estado de madurez de quienes contemplan con toda normalidad aquello que otrora no lo fue. Sí, al cabo, el acontecer diario, quiérase o no, está en las páginas de los periódicos. Un destacado guionista del cine español no duda en citar los periódicos como una fuente vivificadora para él.

lo relevante. Este es el proceso día a día, registrado por redactores y fotógrafos con sus plumas y sus cámaras. Hechos relevantes que, de algún modo, nos hacen reparar en torno a quiénes somos y quiénes fuimos o fueron, personas que un día acompañaron nuestro vivir. Desde 1941, Diario JAÉN se ha convertido en testigo y altavoz de todo lo acontecido en esta tierra. Sus noticias y sus fotografías testifican 75 años de la historia de esta geografía otrora llamada del Santo Reino. Recuerdos y sensaciones de tres cuartos de siglo fermentan en el archivo de esta publicación diaria y arman el hilo conductor de esta exposición gestionada por Manuela Rosa, e iniciada con la efigie de Franco ocupando la primera página del periódico. De modo detenido y, dijese yo que hasta con mimo, hasta donde permite el espacio dispuesto para la exposición, se van sucediendo imágenes y textos en un certero correlato que, en efecto, nos acerca a los acontecimientos de mayor relieve, sintetizados por año y, claro es, hijos de ese momento que la historia aún no ha podido trasformar. Acaso, pedazos de esa historia que, en ocasiones a manera de pecios, se nos acerca como esa verdad sugerida a través de un pensamiento de Rafael Sánchez Ferlosio. Este: “Tan solo el rotulo de la estación dice de verdad el nombre de la ciudad; lo demás son citas, más o menos fieles, de ese único documento original”.