13 jul 2018 / 08:07 H.
    “Es un sueño poder darle las gracias a Serrat por tanto”

    La psicóloga María Teresa Martín Rodríguez vivió una noche de ensueño, uno que hizo realidad en la Plaza de Santa María de Baeza. Allí pudo conocer a Serrat, quien, sin saberlo, fue el que le ayudó a superar sus problemas de dicción a los 13 años.

    “Fue a principios de los 70 cuando repetí curso en el colegio, y se dieron cuenta de que no fue por causa de no adquirir conocimientos, sino por el habla. La monja Sor Alicia, del colegio de La Merced de Madrid, me aconsejó cantar durante el verano las canciones de Serrat. Me comentó que me ayudaría con la pronunciación y el correcto lenguaje. Y lo hice”, destacó la madrileña, afincada ahora en la capital. El tema que eligió Martín para desarrollar esta iniciativa fue Señora, del disco de Mi niñez.

    “Fue una canción complicada. Yo me estudié los textos, pero no la entendí. Y es que Serrat pronuncia muy bien y tiene una cadencia de voz estupenda. Cuando volví al colegio, el cambio fue descomunal y mi facilidad para el lenguaje había mejorado. Desde entonces, seguí al cantautor en toda su trayectoria discográfica”, comentó la psicóloga, quien, durante los años posteriores, encontró en las letras del catalán un remanente de esperanza. “En algunos momentos difícil, su música me ha acompañado. Las composiciones, a partir de los versos de Antonio Machado, Miguel Hernández o León Felipe, dicen mucho y me ayudaron a sacar buena nota en Literatura”, añadió.

    Y el momento tan esperado llegó con Mediterráneo da Capo, cuando Martín tuvo la oportunidad de hablar con él. “En ningún momento me aproximé mucho a él, porque para mí representa mucho respeto. Le dije que estaba muy agradecida y le expliqué lo que su música había significado para mí. Durante toda mi vida tuve mucha ilusión por conocerle y, cuando ese momento llegó, no pude creerlo”.

    La madrileña vivió el concierto con intensidad, pero sus charlas con el cantante aún no habían acabado. Al día siguiente, Martín y Serrat coincidieron en el hotel. En esta línea, indicó: “Iba con mi marido. Iba con pantalón corto. Nos quedamos mirando y me reconoció. Me preguntó qué tal estaba y cómo había visto el concierto. Llamó a mi marido “el santo” porque, el día anterior, le estuve contando que él me aguantaba cuando cantaba sus canciones, aunque no le gustaran. Me cogió la mano y le confesé que ni siquiera sé lo que le había dicho durante el concierto. Él me tranquilizó y me dijo que estuve estupenda”.

    Martín no podía estar más emocionada con este encuentro que, según afirma, se volvió a repetir en dos ocasiones más, una de ellas durante el desayuno, cuando le firmó un autógrafo en el que le puso: “Para María Teresa, con cariño verdadero”. Después, se volvieron a encontrar y Martín dijo: “Esto es muy fuerte. Cuarenta y siete años sin verle y, ahora, en tres horas, nos hemos visto muchas veces. El sonrió y, la verdad, es que fue algo bonito”.

    La madrileña vivió así una montaña rusa de emociones que desembocó, posteriormente, en un remanente de paz, una gran tranquilidad por su parte por haber logrado hacer algo que, desde hacía muchos años, tenía en mente, como fue tener la oportunidad de estar ante Serrat y darle las gracias por su trabajo y canciones.