“Tres”, una comedia que atrae al público desde el principio

La amistad y un tema universal como es la maternidad centran la obra

05 nov 2016 / 10:34 H.

Los amantes de las artes escénicas siguen de enhorabuena, ya que la XXII edición de la Muestra de Teatro de Otoño continúa con una amplia oferta de representaciones de primer nivel. Así, y enmarcada dentro del ciclo de Teatro Contemporáneo, Producciones “Candelaria del Sur” de Madrid, se representó sobre las tablas del Ideal Cinema la obra “Tres”, de Juan Carlos Rubio.

Dirigidas por Quino Falero, las actrices Eva Higueras, Natalie Pinot y Carmen Mayordomo dieron vida a Ángela, Rocío y Carlota, respectivamente. La primera es viuda y no ha superado la ausencia de su esposo, mientras que la segunda está divorciada y la tercera es la glamurosa del trío, la soltera, que consigue todo lo que se propone aunque tenga que pagar.

La función contó la historia de tres amigas que no se han visto en las últimas tres décadas; de hecho, justamente perdieron el contacto cuando terminaron sus estudios. Hasta ese momento eran amigas inseparables, pero las circunstancias de la vida las llevaron por diferentes derroteros. Se reencuentran cuando están a punto de cumplir los cuarenta y cinco, y las tres tienen algo en común y que las une y es que todas están más solas que la una. Los hechos que narra la función suceden durante una larga noche en la que las amigas tratan de dar una solución a su problema, que no es otro que la soledad y la frustración latente, puesto que ninguna de ellas ha visto realizado el sueño de ser madre. Entonces empiezan a pensar si será demasiado tarde ya. Pero en el fondo siempre les cabe la esperanza: ¿Y si encuentran al hombre ideal? ¿Y si esa persona las embaraza a las tres? ¿Y si forman una auténtica familia? Una vez localizado el espécimen soñado, que interpreta el actor Rubén Sanz, solo les resta plantearle la gran pregunta: “¿Te importaría prestarnos tres espermatozoides?”.

“Tres” es más que una obra de teatro, ya que cumple con una doble función. La primera es hacer reír al espectador, puesto que en unos momentos de crisis el teatro debe cumplir más que nunca una de sus misiones, entretener y arrancar docenas de carcajadas al público. Pero también es una reflexión sobre la familia, sobre ciertos valores tradicionales que el transcurrir de los tiempos ha modificado y puesto en tela de juicio: ¿Qué es una familia? o ¿quién lo decide exactamente?

Una obra divertida y atractiva que atrapó y envolvió al público gracias a un ritmo constante, que impidió a los espectadores desconectarse ni un solo segundo del nudo argumental y que arrancó risas y carcajadas continuamente.