Tambores, cornetas y gran silencio

Los Estudiantes y el Via Crucis ofrecen una mezcla de sensaciones encontradas

29 mar 2018 / 08:30 H.

Un sol más que reluciente creó el ambiente idóneo para la salida en procesión de la Hermandad de los Estudiantes. Esta vez, la Iglesia de San José si pudo abrir de par en par sus puertas para dejar salir al Cristo de la Buena Muerte, aún con el sabor amargo de un Domingo de Ramos pasado por agua en el que el mal tiempo impidió la procesión de La Borriquilla, primera cofradía que desfila por las calles de la ciudad.

Seguido por Nuestra Señora de la Consolación, cada rincón se llenó de vítores y aplausos al paso de dos imágenes que generan gran devoción entre los linarenses, que ven con sentimiento cómo se mecen los varales de la Virgen de la Consolación al tradicional son de las marchas de la Agrupación Musical Maestro Alfredo Martos.

Por su parte, la talla de Jesús, que yace en la cruz, despierta los sentimientos más profundos de los ciudadanos, que ven con lágrimas en los ojos cómo los costaleros “bailan” la imagen del Cristo, una estampa que se completa con un característico aroma a incienso y la intensidad de los tambores y cornetas de la Banda Dolores del Rosario, baezana de procedencia.

El Miércoles Santo no terminó sin el tradicional Via Crucis, que es conocido popularmente como “los sacos” por la vestimenta de los que realizan el recorrido junto a la talla del Cristo crucificado. Se trató de un momento de silencio y recogimiento en el que los más fieles salieron portando una cruz, algunos descalzos, con la finalidad de cumplir sus promesas. Además, como suele ser habitual, una gran masa de personas siguieron el desfile haciendo las estaciones.