El cielo
llora en la Madrugada más corta

La lluvia forzó a recortar el trayecto de Nuestro Padre Jesús, que se encerró a las ocho de la mañana

01 abr 2018 / 12:04 H.

En cuanto las puertas del Camarín se abrieron para dar paso a la noche y a la mañana más importante para los jiennenses, se sabía que este año habría cambios importantes. Las previsiones de lluvia, a pesar de los cielos claros con que anocheció el Jueves Santo, forzaron a la junta de gobierno de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús a acortar el itinerario inicial y, en vez de realizar el encierro a la una de la tarde, que fuese a las ocho de la mañana. Tras su reencuentro con la Virgen frente a la Catedral, regresaría a su templo. El hermano mayor, Ricardo Cobo, advirtió que no era una noticia por la que entristecerse, sino que los jiennenses devotos debían aprovechar la ocasión y salir a recibir a su Abuelo antes durante la mañana. Su mensaje fue escuchado y las calles de la capital eran un hervidero de gente. Desde la salida de Jesús de los Descalzos, a las tres menos diez de la madrugada, hasta su retorno, pasadas las ocho, el cortejo procesional estuvo acompañado, en todo momento, con vecinos que, a la mínima, vitoreaban el paso de Nuestro Padre Jesús.

La primera en abandonar el Camarín fue Santa Marcela, junto con la Agrupación Musical Cultural Maestro Miguel de Villargordo. Poco tardó en seguirle el Abuelo —con la Banda Sinfónica Ciudad de Jaén—, que en cuanto cruzó las puertas recibió una marea de aplausos, con emocionadas exclamaciones hacia la imagen, tan querida entre los jiennenses. A pesar del aviso de lluvia, o precisamente sabedores de que podría comenzar en cualquier momento, las calles se llenaron. Los rostros se elevaban al cielo en busca de las peligrosas nubes, ocultas en las sombras de la noche. En su lugar, lo que más notaron los nazarenos a lo largo del recorrido fue el intenso frío. Mientras el Abuelo y la Verónica procesionaban por la parte antigua de la capital, María Santísima de los Dolores cruzaba las puertas del Camarín a las cuatro y media, con escrupulosa puntualidad, así como su acompañamiento, la Agrupación Musical de Campillo de Arenas. A sus pies esperaban decenas de velas que alumbraron su salida, en una imagen llena de poesía, que se acentuó con el “Ave María” cantado por el tenor jiennense Francisco Ruiz Merino. El palio se balanceaba al ritmo de su voz en un momento que se grabó en la memoria de los presentes, como la escena en directo de la magia que representaba el cartel de la cofradía para la Semana Santa de 2018, con la Virgen como protagonista y también reina de la madrugada.

Los tres pasos ya marchaban por las calles y el encuentro en la Plaza de Santa María tuvo lugar a cinco minutos de que dieran las seis de la mañana. Las luces se apagaron y Madre e Hijo danzaron en el corazón de la ciudad. Después hubo un breve giro en los acontecimientos y el cortejo decidió rodear la Catedral, bajar por la calle Almenas, atravesar “Ramón y Cajal” y subir por Campanas hacia su Camarín. Con el alba se intuyeron las primeras nubes y el cortejo aceleró su paso. Hacia las ocho de la mañana, las tres imágenes se guarecían en su templo. Los primeros paraguas se abrieron al tiempo que los promitentes demostraban su destreza antes de que se mojara el patrimonio cultural que atesora la hermandad. El reencuentro entre jiennenses y el Abuelo fue breve, pero intenso, suficiente hasta el año que viene.