Cuarenta años de Buena Muerte

07 abr 2017 / 11:35 H.

Amediados de los años setenta las cofradías jaeneras, tan arraigadas espiritualmente en la sociedad de aquella época, fueron perdiendo el esplendor de antaño en sus manifestaciones públicas de fe. Hubo una pérdida paulatina en sus tradiciones más populares y entraron en una acusada decadencia que pudo ser frenada en la segunda mitad de la década, gracias a un grupo de jóvenes de la Hermandad de la Buena Muerte.

Se cumple ahora el cuarenta aniversario de la constitución del Cuerpo de Caballeros de la Real Hermandad Sacramental de la Buena Muerte. En un ya lejano 6 de abril de 1977, Miércoles Santo, treinta y dos jóvenes, estudiantes en su gran mayoría, se atrevieron a meterse bajo el paso del Cristo de la Buena Muerte que, hasta entonces, aunque nunca había tenido ruedas, era llevado por costaleros pagados. Con el entusiasta apoyo de Manuel Cañones Rodríguez, hermano mayor de la hermandad, se produjo la gesta, no sin antes haber superado multitud de dificultades e inconvenientes. Lo cierto es que a las seis de la tarde de aquel Miércoles Santo, los 32 integrantes de aquel primer grupo, semilla del actual Cuerpo de Caballeros, se encontraban perfectamente alineados en la lonja de la Catedral, frente a la iglesia del Sagrario y, a las ocho menos cuarto, se introdujeron bajo el paso que estaba situado en el crucero de la nave del Evangelio de la Catedral. A pesar de la inexperiencia, el pesado trono del Santísimo Cristo de la Buena Muerte se puso en movimiento con un paso ágil, personal y serio, hasta la Puerta del Perdón. Allí se desvanecieron todos los temores de los presentes.

Cuando las campanas catedralicias anunciaban las ocho de la tarde y sonaron los primeros acordes de la “Marcha Real”, comenzó a hacerse realidad el sueño de aquel puñado de costaleros, ajenos a la transcendencia que, para un futuro no lejano, representaría el pilar de la transformación de la Semana Santa jiennense.

A partir de ese momento, la junta de gobierno se volcó con aquellos jóvenes y comenzó a trabajar conjuntamente. A principios de 1978, el secretario del Cuerpo de Caballeros, en representación de sus compañeros, entró a formar parte de la junta de gobierno de la Cofradía de la Buena Muerte.

Su juventud aportó un torbellino de ideas y novedades renovadoras. A su propuesta, y con el beneplácito del hermano mayor, el Sábado de Pasión se realizó el primer viacrucis con la imagen del Señor de la Buena Muerte a hombros de sus caballeros, por las naves del primer templo de la provincia.

Propusieron dos novedades que cambiaron radicalmente el espectro procesional de la hermandad. Una, el encierro: En la primavera de 1978 el Señor de la Buena Muerte y el conjunto escultórico del Descendimiento esperaron pacientemente en la Plaza de Santa María la llegada de la Madre de las Angustias y se realizó una “levantá” al unísono de los tres pasos como homenaje a los titulares de la hermandad. Aquel encierro caló profundamente entre los jiennenses y, en la actualidad, la Plaza de Santa María se queda pequeña para acoger a quienes quieren ver este emotivo y sencillo acto de reconocimiento, en las postrimerías de la noche mágica del Miércoles Santo.

Otra innovación importante, que marcará profundamente a la hermandad, se produjo en la Semana Mayor de 1979. El Cristo de la Buena Muerte sorprendió al gentío que abarrotaba la plaza al salir por vez primera en andas. Cincuenta y cuatro jóvenes lo portaron a hombros vistiendo la túnica nazarena y tres más a cada lado lo escoltaron con majestuosos cirios rojos. El sobrehumano esfuerzo de aquel año pasará a los anales de la cofradía. A la dificultad del peso se unió el paso de la comitiva por la estrecha calle Maestra. Un año inolvidable. Encerraron a su Cristo con marcas fruto del esfuerzo y la devoción. En la actualidad, el pesado trono de la Buena Muerte lo portan más de cien anderos que disponen de varales de aluminio perfectamente almohadillados.

A partir de ese momento las innovaciones se suceden. Entre ellas destacan: En la Semana Santa de 1980, la Virgen de las Angustias es portada a hombros por anderos uniformados en traje de calle. En diciembre se aprueban los Estatutos del Cuerpo de Caballeros, que posteriormente serán derogados e incluidos todos sus miembros como cofrades de la hermandad. Se forma el grupo joven con su banda de cornetas y tambores. Asimismo, se inaugura y bendice la Casa de Hermandad. Se instituye el primer pregón cofrade Cruz de Guía y se crea el Cuerpo de Damas Camareras. También se incorporan las andas al paso del Descendido y se dota de túnicas a los caballeros portadores del paso de misterio y a los del paso de la Virgen de las Angustias, entre otras muchas.

Este “despertar” cofrade es seguido con atención por el resto de cofradías de la capital y de la provincia, que no dudan también en secundar la iniciativa marcada por la Buena Muerte, logrando, en conjunto, que los últimos cinco lustros hayan representado el resurgir de la Semana Santa jiennense, alcanzando un auge y esplendor impensable hace sólo unos pocos de años, e igualando a otras ciudades andaluzas. Las diferentes hermandades afrontan el futuro con una sólida base para consolidar una de nuestras más nobles, honrosas y antiguas tradiciones heredadas de nuestros mayores.