Vocación de contemporáneo

Directora de Fotografía del Museo Guggenheim de Bilbao

12 may 2019 / 11:46 H.

Ua muestra de remarcado interés se asoma a la Sala del Castillo, es la exposición de Ginés Liébana, pintor de larga andadura desde sus lejanos orígenes en Torredonjimeno, Córdoba, París, Río de Janeiro, Y, últimamente, Madrid, envuelto siempre en la aventura del “arte fantástico”, en un surrealismo puro sugerente, grato y poético, con algunas notas de humor en ocasiones”. Así se iniciaba la crítica que firmaba el añorado Manolo Urbano, en pleno 1975, en Diario JAÉN sobre una exposición del tosiriano ilustre, genio creativo indiscutible y hoy Jiennense del Año en Cultura 2018. Hacía referencia, en aquella publicación, a toda página con dos obras del entonces “solo” pintor, a las palabras que firmaba el también desaparecido dramaturgo Francisco Nieva, a Liébana, en el catálogo: “En tan reducidos espacios hay angelismo y perfidia, puerilidad y emboscada. En esto, Liébana es andaluz hasta el tuétano... ocurrente, incongruente, voluble y —de golpe— profundo hasta el vértigo”. Leído hoy, casi cuarenta y cinco años después, con su figura y espíritu creativo muy presentes, parece más vigente que nunca.

Solo tres años después, con motivo de una nueva exposición en la misma sala, el tosiriano —jaenés se le decía por entonces— volvía a ser protagonista en las páginas de Diario JAÉN, con su mundo mítico como protagonista: “No podemos quedarnos en la simple admiración de lo que encierra de conocimiento de oficio, un oficio casi de miniatura, sino, por el contrario podamos ver todo un mundo entre mitológico, sensual, rico y vario, en el que lo mejor del más joven y viejo surrealismo se nos viene con una elocuencia muy poco acostumbrada”. Y continuaba más adelante: “Es una exposición que nos dice desde un oficio perfectamente conocido, no solo, un “mundo inventado” sino la raíz surreal de algo palpable desde la mirada atenta e investigadora del pintor, a algo que tiene sus entrañas en el conocimiento”.

Y de aquella primeras exposiciones en Jaén, a la última, la que se pudo ver, hace ahora dos años, en el Museo Provincial y después viajó a Torredonjimeno. En esta ocasión, como explicaba el comisario, Antonio Lara, experto en su obra y una de las personas más cercanas a Liébana, se recorre desde la época en que vive en Brasil hasta la actualidad, de forma que el eje de la exposición fueron las ciudades en las que el artista ha vivido y trabajado a lo largo de su ya casi centenaria vida. “A Brasil llega en torno a los años 1953 a 1954 y, a finales de esa época, se marcha a París”, explica el comisario. De la capital francesa —“Cuando me fui a París con el Instituto de Cultura Hispánica era la ciudad más interesante; ahora es insoportable”, asegura el propio Liébana— se trasladó a Venecia y, a finales de los sesenta, vuelve a España y se establece en Madrid, con una época en la que también reside en Sevilla. De vuelta a Madrid, donde todavía hoy vive, empieza a despuntar su potencial surrealista, el que ya destacaban todas la crónicas de los años 70: “Aquí es cuando su potencial creativo se desarrolla, su camino imaginativo es inagotable”. “Habría conocido a Dalí a principios de la década y le fascinó su mundo onírico. Los dos son grandes dibujantes y le influye su trabajo”, reflexiona el experto.

Pero si la faceta de pintor es la más reconocida, Liébana no se puede abreviar solamente como tal: es poeta, narrador, y dibujante, un artista inagotable. Polifacético y prolífico como pocos, hoy, Ginés Liébana es un autor incansable, inconformista y lúcido, con su sentido del humor como única bandera. Y así lo reconoce él mismo: “Es lo más espiritual y la seriedad es una ordinariez. El humor es la única forma de sonreír, es luchar contra la pedantería. Lo que yo siempre trato es de descubrir algo distinto, hay mucha gente que hace de todo, pero lo interesante es lo que se hace diferente”.

El pintor, escritor y poeta nacido en Torredonjimeno fue uno de los fundadores del Grupo Cántico y publicó, entre otras obras, “Donde nunca se hace tarde”, “El libro de los ángeles”, “El mueble obrero: (redoble bárbaro)”, “El navegante que se quedó en Toledo”, “Resucita loto”, “Penumbrales de la romeraca”, “Síntesis”, “La tarde es paca”, “Travesía de la humedad”, “El andaluna: linaje del sur” y “Bestiamante”. “Cuando me canso de pintar, dibujo; cuando me canso de dibujar, escribo y, después, vuelvo a pintar. Si uno insiste mucho se agota uno. Yo cambio constantemente, algo muy recomendable. Jamás estoy parado. Nadie trabaja tanto como yo, con la edad que tengo y, además, mantengo el entusiasmo y, afortunadamente, no se me ha ido la cabeza”, explicaba a este periódico. Precisamente, cuando inauguró la última exposición en Jaén, lo decía: “Tengo cantidad de obra inédita, ahora trabajo más que nunca”. Y añadía: “Yo nací con vocación de contemporáneo. Siempre estoy cambiando, corrigiendo”. Y lo sigue haciendo.

“Está EN PERPETUA BÚSQUEDA”