Revuelto
de cardillos

22 ene 2017 / 11:23 H.

El cardillo, cardo zafranero, cartón lechal, tagarnina... no son más que cardos que crecen silvestres por toda nuestra geografía. Aunque tiene mérito cogerlos y limpiarlos debido a que pinchan bastante, tienen un uso gastronómico delicioso como revueltos, en sopas, en potajes, cocido o en tortilla. Su uso alimenticio y sus propiedades están bien documentadas desde la antigüedad por el filósofo griego Teofrasto (372-287 a. C.) y el tratadista romano Plinio el Viejo (23-79 d. C.); pero es durante el dominio musulmán cuando recibe el nombre de tagarnina, voz andaluza de origen árabe para referirse al cardillo. Entre sus usos medicinales, sus raíces hervidas en agua tienen propiedades diuréticas, si se toma dos tazas al día después de las comidas. El jugo de la raíz puede servir de cuajo para preparar quesos. Sus flores se usan como sustitutos del azafrán ya que son muy colorantes.

Elaboración

INGREDIENTES.

Un manojo de cardillos, 2 lonchas de panceta, 5 dientes de ajo, 2 huevos, agua y sal.

PREPARACIÓN.

Pelar los cardillos, dejando sólo la penca. Cortar en trozos de unos 4 centímetros, aproximadamente. En algunos mercados puedes encontrarlos ya limpios. Lavar en abundante agua, con cuidado de no dejar restos de tierra. Poner una cacerola con agua a calentar. Incorporar los cardillos cuando el agua esté hirviendo. Esto hará que mantenga el color verde más vivo. Probar para ver que están tiernos. Escurrir el agua. En una sartén, rehogar la panceta a tiras con los ajos laminados. Añadir los cardillos y freír un par de minutos. Añadir un poco de sal. ¡Cuidado! Solo necesitas una pizca, ya que toman muy rápido la sal. Es mejor quedarse corto y luego rectificar si es necesario. Estrellar los dos huevos encima dos minutos antes de retirar del fuego.

Servir bien caliente.

Consejo: puedes cocer una cantidad mayor, dejándolos poco cocidos. Si los congelas, son un ingrediente muy agradecido para un potaje de habichuelas o un cocido. En revuelto supone un entrante delicioso o una cena muy saludable. A muchos de vosotros seguro que os vienen a la memoria recuerdos de infancia. Personalmente, guardo tardes fabulosas en el campo mientras mi padre me explicaba la mejor manera de cortarlos, con trucos para pincharte lo menos posible.