Comer mata

cocinillas. Hemos pasado de no saber pelar una patata,
a creernos cocineros tras una temporada de “Máster Chef”

07 abr 2019 / 11:35 H.

Vivimos un tiempo en que todo aquello que tocamos lo convertimos en espectáculo o escándalo. Al estar entre la exageración y el tremendismo, necesitamos bailar y saltar para ahuyentar el miedo y las dudas.

Hasta este carnaval de vendedores de crecepelo y otros aprovechados, como no, hace tiempo que penetró el vasto mundo de la gastronomía, una cadena tan inmensa y larga que deja en cueros a la fórmula del cálculo infinitesimal.

Hemos pasado de no saber pelar una patata a creernos cocineros después de seguir una temporada de “Máster Chef”. Y discutimos con el ardor del artista cuál es el mejor yogur del mercado, pero no llevaremos nunca a nuestros hijos a ver una vaca.

Desconocemos tanto de todo (o tenemos tal empanada mental) que nos alimentamos siguiendo el reclamo del precio, la publicidad o el boca a boca descontrolado que provoca Facebook. La cosa del comer se ha desbordado tanto, que en la portadilla de la sección Alimente de Elconfidencial del jueves 4, leíamos titulares como estos: “Alimentos que ayudan a eliminar la ansiedad”, “Alimentos con buena fama pero que pueden ser malos para ti”, “¿Tienes gases?, la dieta que debes seguir”, “La dieta que retrasa la aparicio de cataratas”.... Y así.

Es de imaginar que ante un aluvión diario de desatinos que tanto confunden, la mayoría del personal se de a la pizza, la pasta, las patatas fritas, la hamburguesa y las ensaladas en plástico.

Mas, si todo este revuelo aturdidor de masas no fuera suficiente, ocurre que a menudo se hacen públicos Informes avalados por revistas científicas reconocidas que tienen el efecto de la lava sobre el retoño de pino en la ladera del volcán. Así, también el jueves 4, pudimos leer en la prensa que comer mal mata más que el tabaco, el cancer, el infarto y la obesidad. Vamos, que lo que de verdad mata es una mala dieta y no el hambre como hemos creído siempre.

Y puede que los científicos que avalan estas conclusiones estén en lo cierto y los humanos muramos en mayor número por comer mal. ¿Pero qué es exactamente comer mal? Las notas informativas que nos resumen el informe no lo concretan, pero si anotan lo que no debe faltar en una buena dieta: Fruta, vegetales, legumbres, grasas integrales, nueces y semillas, leche, fibra, calcio ... O sea, elementos que la experiencia española y mediterránea de siglos confirmó y científicos gigantes como Grande Covian dejaron por escrito hace varias décadas.

Cabría ahora que otro grupo científico de sobrada calidad, y financiado por altruistas, estudiará cómo debería proceder el mundo para que todos pudiéramos comer bien en un tiempo razonable. Me temo que aquí nos topamos con la Iglesia, amigo Sancho. Ocurre que a los únicos alimentos a los que pueden acceder la mayoría de la población son los malos, los que matan más, en tanto que los sanos no pueden pagarlos.

Se fletan cada día decenas de barcos repletos de alimentos procesados y carnes para abastecer un mundo de pobres, al tiempo que los aceptables no se sabe (o no se quiere) como abaratarlos. España continúa siendo uno de los países más saludables del mundo gracias a que nuestra ancestral cultura de cocidos, aceite de oliva, pan de grano, huerta y naranja aún resiste. Pero una legión de niños obesos nos alcanza y no existe vendeja de pizzas o kebab que cierre si no es porque el prestamista apretó demasiado o un inspector de salud despistado paso un día por allí.