Sorprendente paisaje único

El pueblo más pequeño de Mágina conserva vivas sus tradiciones autóctonas

23 mar 2016 / 09:20 H.

Su lema turístico reza: “Un paraíso por descubrir” y desde luego que lo es. Entre Sierra Mágina y las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, Larva se halla enclavada entre campos de olivos y cereal. A solo unos metros del casco urbano nace el camino que conduce al bello paraje del Pozuelo y a la Cueva del Joso, lugares espectaculares para disfrutar del contacto directo con la naturaleza en estado puro. La Sierra de Larva, que da nombre al municipio, nace a espaldas de Mágina, un espacio que impresiona por sus pronunciadas laderas. Desde su punto más alto, el Cerro de los Picones, a 1.114 metros (donde se ubica un pequeño santuario de la Virgen de Majada Blanquilla) se pueden contemplar vastas extensiones en las que la vista alcanza hasta las patrimoniales ciudades de Úbeda y Baeza. En su patrimonio histórico sobresalen la Iglesia Parroquial de San Pedro, construida a finales del siglo XVII, o el antiguo Ayuntamiento, de la época de la colonización ilustrada y que hoy se utiliza como albergue municipal. El pilar del lavadero fue antaño el centro neurálgico de la vida de los larveños, donde se celebraba el histórico mercado de los miércoles entre ganaderos y agricultores. Y huella de todo aquello, su Museo de Artes y Costumbres, abierto en 2014. En el apartado lúdico, en la última semana de abril se celebran las fiestas del copatrón San Marcos, con el segundo de los días dedicado a la patrona, la Virgen de los Dolores, y, en agosto, en honor a San Pedro, patrón de Larva.

Llegó a sumar más de dos mil vecinos, pero la emigración también hizo mella y apenas medio millar de vecinos pueblan hoy sus casas. Conocida en época musulmana como Ulluraua, (mercado de los miércoles) conserva restos de fortalezas árabes como el Tejar de los Moros o el Cerro Castellón y, desde una perspectiva más singular y sorprendente, allí se encuentra una de las obras más importantes de ingeniería del siglo XIX, el puente de ferrocarril del Arroyo Salado, sobre la parte más profunda del barranco, construido por la compañía francesa Fives Lille e inaugurado en 1899. Pero, sería imperdonable abandonar Larva sin probar su típica gastronomía, manjar de dioses, con platos elaborados con productos autóctonos de su huerta o de la matanza del cerdo, como los andrajos, migas de harina o gachas con tomate y pimientos asados. Atractivos sobran, solo hay que buscar la ocasión y hacer la escapada.