“Aquel rincón del río, testigo mudo de fumadas clandestinas”

    19 abr 2016 / 13:05 H.

    Pago de Valdecañas. El carril comenzaba pocos metros antes de los apartamentos La Trucha, en Puente de la Sierra. Evónimos y romero, azucenas y dama de noche, ping-pong, pesca en Los Cañones, la Yenka, Bee Gees, Police. Rafael Jaén, Juanjo Carrascosa, Pepe “El Campero”, Silvestre, Antonio Martos, Pedro “Migolo” (mi padre), Carvajal, creo que era Antonio. Ya casi no me acuerdo de los nombres. En “Villa Lin” jugábamos al tenis. Escarceos y tertulias adolescentes junto al “pozo”, miradas dicentes, furtivas, secreto pubertos, poemas en libretas Enri, güija, piscinas, fósiles, excursiones por la “selva” del río Jaén, tardes en el Portazgo, misas de campaña, el Berenguel, el Balcón. Primero bicicletas, después vespinos. Olía a jazmín y a tierra mojada. Llevábamos pantalones cortos y la vida en nuestros ojos. Bruno García. Vicente, Rafa Jaén, Antoñín, Aurora Carrascosa, Paloma Carvajal, Esther, Loli, ¡Ay Loli, si tú supieras! Treinta y cinco años han pasado. Casi nada. Aquel rincón del río, testigo mudo de fumadas clandestinas, ya no lleva aguas limpias, ni su vega diáfana, ni existe el viejo chopo donde grabé su nombre. La magia de aquellos veranos en el pago de nuestra adolescencia aún permanece en la retina de una memoria que evoca tiempos idos. ¿Os acordáis?”.

    (Fragmento de “¿Os acordáis?”, de la obra “Escritores en potencia” por Luis Miguel Sánchez Tostado)