Sin problema de vocaciones

Jaén pertenece a la Diócesis de Cabanatúan, cuyo obispo es monseñor Bancud

22 may 2016 / 11:01 H.

La Catedral de San Nicolás de Tolentino es un hervidero de gente que entra y sale. La primera vez que la visitan los periodistas de Diario JAÉN es domingo por la tarde y las misas casi se encadenan unas con otras. A la puerta, quienes mendigan y piden limosna. En el interior los devotos aguardan el comienzo de la eucaristía. En las capillas, personas que se congregan ante un Nazareno negro, un Cristo Yacente y un crucificado. Es el templo principal de la Diócesis de Cabanatúan, a la que pertenece el municipio del Jaén filipino. La sede del obispo está ubicada en una céntrica plaza de la ciudad de Cabanatúan, la más importe de la provincia de Nueva Écija. Junto al templo, un amplio patio con una cruz de madera y una tienda de venta de imágenes —no puede faltar el Santo Niño—, rosarios, estampas y velas, entre otros objetos religiosos. En la parte trasera, una amplísima explanada con una zona semicubierta que sirve tanto de aparcamiento como para la celebración de actos con más presencia de fieles.

Comienza la misa. Los asistentes siguen en las pantallas las letras de los cantos y las repuestas. El templo está lleno. Según confirman el obispo y el deán de la Catedral, monseñor Sofronio A. Bancud y el padre Joel G. Cariaso, respectivamente, es lo habitual. El 80% de la población es católica y muy prácticamente. El prelado está contento por ello y va más allá, porque afirma que los fieles se implican en la vida diocesana a través del trabajo en sus parroquias, instituciones y movimientos eclesiales. A diferencia de lo que ocurre en la Iglesia española, no tienen problemas de vocaciones. La Diócesis de Cabanatúan dispone de un seminario y todos los años recibe a adolescentes y jóvenes llamados a ser sacerdotes. “De hecho, la semana pasada ordenamos a tres nuevos sacerdotes diocesanos”, declara, con satisfacción, monseñor Bancud. Pero eso no implica que tenga preocupaciones en su diócesis. Le inquietan los jóvenes. “La Iglesia proclama un mensaje que cada vez casa menos con la sociedad consumista que nos rodea. Me preocupa que se dejen llevar por este espíritu que los bombardea constantemente y que den más importancia al tener que al ser”, apostilla el obispo.

A pesar de la mayoría católica de la población, otras confesiones avanzan con fuerza en Filipinas. El obispo es consciente de ello, pero apuesta por el ecumenismo, buscar puntos comunes, en vez de considerarse “enemigos”.

La Diócesis de Cabanatúan es relativamente joven, pues se estableció en septiembre del año 1963. Tiene una jurisdicción sobre 18 municipios de Nueva Écija y las ciudades de Cabanatúan y Palayan. En total ocupa una superficie de 2.743 kilómetros cuadrados y una población de 733.797 habitantes, un poco más que la Diócesis de Jaén. Está compuesta por 25 parroquias, atendidas por 40 sacerdotes diocesanos. Entre las instituciones que gestiona hay un seminario, 2 colegios, 8 escuelas secundarias, 4 escuelas primarias, 10 guarderías y 5 centros diocesanos.

El obispo de Cabanatúan, Sofronio A. Bancud, invitó a los periodistas a un desayuno en su despacho, en el que se interesó por la realidad del Jaén español, y compartió impresiones con el director de Diario JAÉN, Juan Espejo. Este le entregó dos cartas remitidas por el obispo de Jaén, Ramón del Hoyo, y el vicario general de la diócesis y deán de la Catedral, Francisco Juan Martínez Rojas. Asimismo Espejo entregó al prelado distintos obsequios, como un llavero de Nuestro Padre Jesús Nazareno “El Abuelo”, así como sendas guías de la capital y de la provincia jiennense, algunos ejemplares de Diario JAÉN, la revista especial elaborada con motivo del 75 Aniversario, material promocional de la efeméride y una botella de aceite de oliva virgen extra de Oro Bailén. El prelado agradeció los regalos y deseó poder visitar en el futuro la provincia de Jaén.

Ofrendas a las imágenes religiosas
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A las puertas del templo, un grupo de mujeres ofrece, insistentemente, pequeñas flores ensartadas para colocarlas a las imágenes a modo de ofrenda. Una de las más veneradas es, como en Jaén, un Jesús Nazareno, con la singularidad de que es negro, al igual que el popular Nazareno Negro o Cristo Negro que se venera en Quiapo, en Manila, advocación muy extendida en todo el país.