En el histórico corazón de Mágina

Albanchez se sitúa en el centro del parque donde se levanta un espectacular castillo

16 mar 2016 / 09:20 H.

Con un esbelto castillo de fantasía, al más puro estilo Walt Disney, se levanta Albanchez de Mágina. Centro neurálgico del parque natural, hay quien llega a distinguir un corazón en las formas de sus montañas. Como un Macondo jaenero, este pequeño municipio fosiliza una larga historia de ocupación, batallas y escaramuzas entre poblaciones cristianas y musulmanas. Incluso, en 1309, Fernando IV de Castilla concedió Albanchez la Encomienda de la Orden de Santiago, de ahí que la tradicional cruz roja dé la bienvenida en la entrada del municipio desde Jimena. En este halo mágico, destaca el Alcazarejo que forma parte del paisaje natural, hasta el punto de fundirse con la roca que lo levanta. Subir sus 360 escalones es toda una experiencia que tiene, como recompensa, una de las mejores vistas de la provincia. Por algo, este castillo, de origen cristiano, aunque levantado sobre restos árabes, permitió dominar los pasos de Almadén y Mágina.

Otra de las joyas que guarda el municipio es el Pico Mágina, que es el más alto de la provincia de Jaén, con 2.167 metros de altitud. Un paraíso que no solo deja imágenes para inmortalizar con una cámara, sino también un rico ecosistema que luce con gracia las cuatro estaciones del año y en las que el agua es la protagonista, como los parajes conocidos popularmente como La Caldera o Hútar.

En la zona urbana, sus calles son estrechas y empinadas, salpicadas de recoletas plazuelas y pizpiretas fuentes. El olor a pan recién hecho y a delicados dulces embriaga las mañanas cuando comienza la actividad en el municipio. Sin embargo, la pérdida de población y su continuo envejecimiento preocupa a sus habitantes sexagenarios, que anhelan los años de esplendor en los que Albanchez llegó a los 3.000 habitantes en la década de los 60. Ahora, según indica el alcalde, Alejandro Morales, hay 1.140 personas censadas, aunque viven algo más de 600. De ellas, un gran porcentaje supera los 60 años.

Reacios a ser testigos del estancamiento rutinario, los miembros de la Asociación del Hogar del Jubilado se organizan para dar vida al municipio. Con 190 socios, su presidente, Miguel Gila, destaca la recuperación de la rondalla. “Actuamos los fines de semana. La idea es que el pueblo no se quede muerto”, explica Gila.