Una fiesta que mira a sus orígenes en Andalucía

Llega el mes de mayo y con él una de las tradicones populares más arraigadas en Andalucía: las Cruces de Mayo. Esta celebración tiene sus antecedentes en la celebración precristiana conocida como Festividad de los Mayos —o Palo de Mayo—, en la que se conmemoraba el tiempo medio de la primavera rindiendo cultos a la naturaleza. En especial, se festejaba adornando un árbol o erigiendo un tronco o tótem al que se le ponían adornos o flores, mientras se hacían danzas rituales y se cantaban o hacían recitaciones. Con la llegada del cristianismo, esta fiesta fue adaptada a la nueva fe, reemplazándose el tótem por la cruz cristiana. En algunos países se mantienen en forma paralela las festividades de la Cruz de Mayo y del Palo de Mayo.

Otra interpretación parece tener su origen en el hallazgo por Santa Elena de la cruz donde murió Cristo. La historia narra cómo el emperador Constantino I el Grande, en el sexto año de su reinado, se enfrenta contra los bárbaros a orillas del Danubio, en una batalla cuya victoria se cree imposible a causa de la magnitud del ejército enemigo. Actualmente, la liturgia cristiana ha eliminado esta fiesta de su calendario, quedando unificada con la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, celebrada el 14 de septiembre, fiesta de origen similar. Al margen del recorrido histórico y su supuesto origen, lo cierto es que en Andalucía es una de las celebraciones más esperadas, sobre todo en lugares como Granada, Córdoba o Linares, donde que se implica prácticamente toda la población. Por ejemplo, en Granada, según la tradición, el origen de las Cruces de Mayo se remonta a 1625, cuando se alzó una Cruz de alabastro en el Barrio de San Lázaro y que fue celebrada con danzas. Las cruces se adornan con claveles rojos o blancos combinados con distintos atuendos, entre otros, la manzana atravesada por unas tijeras.

A principios del siglo XX en los barrios del Albaicín y del Realejo los niños construían pequeños altares con una Cruz, siendo decorados con mantones de manila, cacharros de cerámica, peroles de cobre y un pero con una tijera clavada. Por sus alrededores, los niños pedían el “chavico”, palabra que procede del diminutivo local de ochavo. La celebración del Día de la Cruz arranca cada año en Granada con una buena cantidad de cruces instaladas en calles, plazas, patios, establecimientos y centros escolares de la capital, con especial presencia en el centro de la ciudad y en los barrios históricos del Realejo y el Albaicín. Desde sus inicios, y cada año con mayor participación ciudadana, la llegada de esta fiesta cada 3 de mayo supone un derroche de imaginación popular para convertir cada rincón de la ciudad en una auténtica obra de arte floral.

Códoba se llena de color y diversión en mayo, su mes más especial. El Concurso de las Cruces de se considera el punto de partida de las fiestas que coinciden en este mes. Las cruces se levantan llenas de flores en plazas, pasajes y recintos abiertos de la ciudad, adornados con mantones de manila y colchas multicolores. Las asociaciones de vecinos y peñas se encargan de llenar las calles de Córdoba de fiesta. El recorrido por las cruces se suele hacer de noche, cuando la ciudad se torna mágica, acompañado por el vino, bailes y canciones. Tras la Batalla de las Flores tiene lugar el concurso de cruces, con especial intensidad en los barrios de San Basilio, San Andrés y San Agustín.

En Linares las Cruces de Mayo coinciden con otra celebración popular, los pasitos, con imágenes representativas de la Semana Santa de la ciudad que son portadas por los más pequeños. El ambiente en las calles es realmente extraordinario y, cada año, se pone de manifiesto no solo la buena presentación de los pasos sino la destreza con que son portados por los pequeños linarenses, a las órdenes de sus respectivos manijeros. Las Cruces de Mayo —o Fiestas de la Primavera, como también son conocidas en la Ciudad de las Minas— se viven en las plazas y en las calles de todos los barrios de Linares. No hay zona en la que el visitante no se encuentre con una cruz y una barra para compartir la tradición con amigos y familiares.

Pero son las cofradías las que, en las dos últimas décadas, han rescatado la fiesta para hacerla cita obligada. Como viene siendo habitual el Casco Antiguo será el más engalanado. La zona histórica se transforma en un espacio abierto a la alegría y a la convivencia de vecinos y visitantes. Así, las Cruces de Mayo, ya sea en Linares, Jaén, Córdoba o cualquier otra ciudad o pequeño pueblo, son especiales y representan un motivo para salir y disfrutar del ambiente y de los andaluces.