Una gran procesión para un gran día del amor fraterno en la ciudad

La Guardia Civil engrandece de nuevo el cortejo decano de la Pasión jiennense

25 mar 2016 / 10:00 H.

El Señor Preso fue, este año, protagonista del viacrucis cuaresmal, es decir, la primera imagen en tocar calle cuando la ciudad comenzó a oler a incienso. Por si fuese poco, también colmó de belleza, con la firma de Francisco Carrillo, el cartel de la Pasión de 2016. Y el Jueves Santo le tocó “abrir cartel” con esa hermosa mansedumbre que pone un detalle de patetismo singular, distinto, en la Semana Santa jiennense. Desde la basílica menor de San Ildefonso, La Veracruz se hizo presente en las jornadas grandes de la capital, por segunda vez tras la comitiva de la Oración en el Huerto, con 475 años de existencia como colectivo pasionista. Ahí es nada. Cualquier gesto suyo está avalado por los siglos que acumula desde aquel lejanísimo 1541 que lo vio nacer, hacerse procesión.

Ha llovido mucho —estos días, sin ir más lejos—, pero la congregación no ha olvidado ese título de primitiva que le adorna el guion y en cuanto cruza los dinteles de su sede canónica, Jaén se le rinde, se le entrega. Siempre ha sido cofradía predilecta.

El Señor del Trueno, que ha heredado con pasmosa naturalidad la entrañable leyenda de la imagen que lo antecedió, partió desde sus bóvedas tendido hasta salvar el primer riesgo de la tarde, las puertas de la iglesia, que si no le rozan el canasto es, además de por pericia fabricana, de puro milagro. Fuera, la ciudad se agolpó en la Plaza de San Ildefonso para no perderse los momentos iniciales de la procesión “de los civiles”. Años hubo que la presencia de la Benemérita fue más elevada que la de este, y otros con menos. Pero el charol brilló, de nuevo, en el cortejo e impresionó a pequeños y mayores. Quien tuvo, retuvo.

El paso de palio no es solo eso, no. Es un monumento, con todas las letras, y hace honor a la venerabilidad de este colectivo pasionista que tiene en su Dolorosa y en el trono que la saca a las calles uno de los emblemas marianos, por excelencia, de la Pasión. Y eso detenido, varado. Porque cuando empieza a andar se hace aun más bello, nada lo nubla. Desde el faldón a la gloria, María de los Dolores derrocha categoría. Y hay quien permanece en el sitio hasta que revira el último fleco de su manto, que merece la pena hasta cuando se difumina.

El tiempo cronológico, aliado de esta antiquísima hermandad, habló con su pariente meteorológico y le exigió un cielo claro y una tarde buena para La Veracruz. Casi quinientos años no los cumple cualquier cofradía, y en el de su conmemoración lo último hubiese sido verla huir de la lluvia por las mismas calles que recorre desde hace tanto. Felicidades dobles, por su celebración y por su procesión, a los “anfitriones” que las hicieron posibles y a los “invitados” que las vieron.

estrenos en la comitiva

donaciones. La congregación estrenó en la procesión los guardabrisas de los candelabros del paso del Cristo de la Veracruz, así como el tocado dorado de la Virgen de los Dolores, fruto de una donación. El paso del Crucificado salió a costal, lo mismo que el paso de palio de la Señora, quien también sacó por vez primera un precioso broche de plata.

Generales
en el cortejo

benemérita. El general de brigada Pedro Ángel Ortega Calahorro y el general José Fernández fueron dos de los numerosos guardias civiles que acompañaron a la comitiva de La Veracruz por las calles jiennenses. La vinculación del cuerpo con la hermandad se remonta a los años 40 del pasado siglo, cuando la Benemérita se erigió en protectora.

saetas desde por la mañana

basílica. Las imágenes titulares de la congregación recibieron una sonora ofrenda horas antes de su salida en procesión. Varios saeteros cantaron ante los pasos por la mañana en la iglesia de San Ildefonso, donde se sucedieron también las entregas de flores por parte de particulares y cofradías, entre ellas la de Caridad y Salud.

un hermano mayor fabricano

gobernador. Alfonso Ramírez, gobernador de La Veracruz, desarrolló durante la procesión del Jueves Santo las labores propias de un fabricano. Así, Ramírez dirigió el paso de palio de María Santísima de los Dolores por las calles de la ciudad. Un papel al que, pese a ocupar la máxima responsabilidad del colectivo pasionista, no ha querido renunciar.