Un gran “escaparate” para Jaén

Cuando el célebre arquitecto contestatario francés Jean Nouvel afirmó que “el arte debería ser creado para la vida, no para los museos”, no hizo sino reafirmar la necesidad de estos espacios como dinamizadores locales. Y que las maravillosas creaciones de aquellos príncipes —que abarcaron desde el siglo VI antes de Cristo hasta la llegada del imperio romano— encuentren acomodo expositivo en el flamante centro cultural que abrirá mañana sus puertas en la capital del mar de olivos, es la mejor muestra de ello. Porque, efectivamente, la implicación del arte en la vida, en este caso de la de toda una ciudad y, por ende, de su provincia, se hace manifiesta a través del referente mundial en el que se erige Jaén gracias a la presencia, en su casco urbano, de un recinto dedicado a exaltar esta cultura, concebido como lugar de peregrinación de investigadores, curiosos y estudiantes. Y esa presencia implica también indudables consecuencias socioeconómicas de gran calado.

Comercios, establecimientos hosteleros y diferentes servicios se afanan, desde hace varios días, en tener todo a punto —al igual que ocurre en el propio museo— para que la apertura del centro suponga un acontecimiento histórico también para sus cuentas. “Nosotros tenemos un sitio privilegiado, justo enfrente del edificio, y suponemos que vendrá mucha gente de fuera a verlo”, asegura Ángel Custodio Torres Ortiz, encargado de la Cafetería Ceres, en la calle Obispo Stúñiga, y añade: “Toda la ciudad se beneficiará de la apertura del Museo Ibero y, por supuesto, esperamos que los visitantes vengan también al bar”. Tan a la expectativa están que, según Torres, incluso tienen en mente incluir en su carta algún pastel o similar que haga referencia a la cultura protagonista del nuevo centro cultural.

En pleno Paseo de la Estación, a pocos metros del colosal espacio expositivo que Su Majestad Felipe VI inaugurará mañana lunes, está situada, desde hace tres años, la Papelería Librería La Escuela de Cler. Su propietario, Juan Manuel Robles Martínez, tiene claro que el movimiento de personas que generará un museo de referencia internacional a un paso de su comercio influirá en las ventas; por ello, sus escaparates, ahora destinados para exponer artículos relacionados con su sector, harán hueco también a objetos de recuerdo de la ciudad y, cómo no, del propio museo. “Entre otras, habrá visitas de centros escolares, y seguro que hay quien se deja caer por aquí”, apunta Robles, que aprovecha para pedir, eso sí, que “la iluminación navideña se acuerde de esta zona” mientras confirma el optimismo que se respira en las calles más próximas al nuevo centro. Una actitud que no solo está presente entre los comerciantes y hosteleros, sino que se extiende hasta servicios como el de taxi y alojamiento, que ven en la apuesta de Jaén por su importantísimo potencial íbero toda una oportunidad de negocio.

En el lado opuesto, el sevillano Juan Miguel Rebollo Olmedo, copropietario del Estanco Ortega, también en el Paseo de la Estación, se muestra pesimista: “Jaén no hace nada por Jaén”, expresa el comerciante, que lleva doce años en el establecimiento y que asegura no esperar nada de la apertura del Museo Íbero: “Ojalá me equivoque”, apostilla.

El tiempo dirá si las esperanzas de unos y las desazones de otros llegan a buen puerto, pero el ejemplo de ciudades de todo el mundo que cuentan entre su oferta turística y cultural con centros de referencia internacional —ahí están el Louvre parisino, la Ufizzi florentina, el MOMA neoyorquino, el Guggenheim de Bilbao, el madrileño Prado y tantos otros— dan alas a las mejores expectativas socioeconómicas para una ciudad que espera, impaciente, el necesario “maná” generado por una gran inversión después de una larga travesía por el desierto que concluirá mañana mismo.