Tragedia en el corazón de Segura

El fallecido, nacido en Castellón hace 47 años, fue localizado en el monte junto a su avioneta

11 feb 2016 / 09:46 H.

No tuvo suerte Pablo Alemany Sogues, nacido en Castellón, hace 47 años. La avioneta con la que cubría el trayecto de Valencia a Granada, donde estaba afincado desde hacía tiempo, se estrelló en el paraje de Barranco Catena, un monte, a 1.200 metros de altitud, a medio camino de los términos municipales de Beas y Segura de la Sierra, en pleno Parque Natural, donde, en 2009, ya tuvo un accidente un caza Mirage del Ejército del Aire. El piloto, al que la Guardia Civil encontró sin vida ayer, sobre las nueve y media de la mañana, había volado hasta la ciudad levantina desde la capital de la Alhambra el martes por la mañana. Aterrizó en Manises y, según pudo saber este periódico, despegó, después de comer, para realizar el vuelo a la inversa, aproximadamente, sobre las tres de la tarde.

Hijo de un conocido empresario de Castellón, ligado a varias empresas inmobiliarias de esta comunidad valencia y emprendedor, últimamente tenía relación con Gesplane, una compañía de transporte aéreo que opera desde el Aeropuerto Federico García Lorca Granada-Jaén, que es también centro de formación de aviadores; nadie respondía ayer en el teléfono de contacto que aparece en su web. Compañeros del fallecido se desplazaron a Jaén, al igual que sus familiares, a la espera del levantamiento del cadáver y el traslado al Instituto de Medicina Legal, para la autopsia. El caso está en manos de los juzgados de Villacarrillo, al ocurrir los hechos en este partido judicial.

Los problemas para el piloto se detectaron a las 18:38 horas, según el relato facilitado, en una nota, por la Subdelegación del Gobierno en Jaén. El servicio 112 de la vecina Castilla-La Mancha informó de que en el municipio de Yeste, casi en el límite con la provincia jiennense, había sido detectada una avioneta que realizaba “maniobras de emergencia” por los alrededores de Segura de la Sierra. La alerta atravesó la región y llegó a la sala del 112 de Andalucía. La Comandancia jiennense, al igual que las de Albacete y Granada, también tenía constancia ya de la “desaparición” de una aeronave que volaba, según los primeros datos, con rumbo al aeródromo granadino de Chauchina, un extremo que fue confirmado por el Centro de Aviación de Almería. El aparato era una Cessna 172, con indicativo GPL-13, con un único ocupante, el castellonense difunto.

La confusión hizo creer que se trataba de una nave, con matrícula inglesa, y en la que viajaban varios ciudadanos franceses. El Centro de Control Aéreo de Sevilla se hizo cargo de la situación y avisó a la pista de El Cornicabral, en Beas de Segura, para que se prepara para un posible aterrizaje de emergencia. Habían pasado pocos minutos desde que fue vista en el pueblo albaceteño la Cessna 172. El piloto, con el que se perdió el contacto finalmente, sí había logrado solicitar antes un lugar en el que tomar tierra. Los que fueron los últimos minutos de Pablo Pablo Alemany Sogues transcurrieron en una noche muy desapacible, con fuerte viento y lluvia incesante. Este escenario pudo ser determinante, según el secretario de Estado de Seguridad, que lamentó los hechos, y apuntó a “las condiciones realmente adversas” como explicación de lo sucedido.

En El Cornicabral nadie dio señales de vida y el 112 recibió la llamada de un pastor, que se encontraba en el Hueco de Bañares de Orcera y una vecina de La Puerta, que aseguraron haber sido testigos de una explosión. Con estos datos, la Comandancia jiennense coordinó un dispositivo en el que participaron medio centenar de guardias civiles, incluido el Servicio de Intervención Rápida que fue desplazado a Beas, agentes de Medio Ambiente de la Junta, la Guardería Rural y policías locales de la zona. Un avión de Salvamento Aéreo, con visión nocturna, despegó de Palma de Mallorca para unirse al despliegue y sobrevolar la zona, a unos ocho mil metros de altura; además, se iba a unir un helicóptero de la base madrileña de Cuatro Vientos, aunque el mal tiempo lo impidió. Los trabajos de campo y la información de la posición que aportó el Ministerio de Defensa sobre la última posición de la avioneta permitió que, a primeras horas del día, después de una madrugada y amanecer de gran trabajo, se localizaran los restos del aparato y el cadáver del castellonense afincado en Granada. El subdelegado del Gobierno, Juan Lillo, felicitó a todos los participantes en la búsqueda, por su eficacia.

“Le faltarían 5 minutos para llegar al Cornicabral”
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Juan Manuel García de Vinuesa es director del Aeródromo de El Cornicabral, en Beas. Ayer, recibió una llamada del Centro de Control Aéreo de Sevilla, en el que le informaban de la posibilidad de un aterrizaje de emergencia en esta pista. “Es una pena, porque solo hubiera tenido que volar cuatro o cinco minutos más para llegar al aeródromo. El lugar en el que se estrelló está muy cerca”, la frase de este piloto resume lo ocurrido, a pesar de que el pequeño aeropuerto se preparó para recibir la avioneta del castellonense fallecido. Fue iluminada a conciencia para que tuviera referencia en medio de la cerrada noche. “Volaría muy alto, si no el radar no lo hubiera detectado, y se le pudo complicar el descenso”, juzga este experto que no recuerda nada igual en El Cornicabral.