Tesoros rescatados del expolio

La Guardia Civil decomisa cinco “piezas íberas excepcionales” a un coleccionista

11 ene 2019 / 11:51 H.

Una investigación de la Guardia Civil de Jaén ha permitido la recuperación de cinco piezas íberas “excepcionales” que, presuntamente, fueron expoliadas hace varios años en yacimientos de la provincia. Estos tesoros de incalculable valor estaban en poder de un coleccionista granadino. Lo que los especialistas del Instituto Armado tratan de determinar es cómo llegaron a su poder. De momento, no se han producido detenciones ni imputaciones, aunque las piezas han sido intervenidas para su estudio y análisis por los arqueólogos especialistas pertenecientes a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Entre los vestigios intervenidos destacan tres grandes ánforas pintadas con decoración figurística, que están muy bien conservadas y que son extremadamente raras. Los expertos las califican de “únicas en el mundo”, por “los repertorios iconográficos y formales de la cerámica de producción íbera”. Presuntamente, las piezas fueron expoliadas en la década de los ochenta del siglo pasado en tres conocidos yacimientos de la provincia: en concreto, el del Cerro Maquiz, en Mengíbar, donde se situaría la ciudad de Isturgi; el Cerro Alcalá, entre Jimena y Mancha Real; y Las Atalayuelas, entre Torredelcampo y Fuerte del Rey. Desde entonces, se sabía de la existencia de esos tesoros y, también, que estaban en manos privadas. Lo que se desconocía era quién las tenía. Esa incógnita se despejó hace unos meses, cuando su actual propietario, el coleccionista granadino Juan Manuel Brazam, realizó una exposición en el Museo de la Memoria de Andalucía de la ciudad granadina.

Un arqueólogo jiennense que vio el catálogo de esa muestra comprobó que incluía varias piezas de procedencia íbera como las conocidas como “Crátera de Las Atalayuelas” o el “Ánfora del Cerro Alcalá”. A finales del pasado mes de mayo, interpuso una denuncia ante la Comandancia de la Guardia Civil de Jaén por estos hechos. Los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Comandancia abrieron una investigación para tratar de esclarecer los hechos. Comprobaron que las piezas estaban expuestas y que, efectivamente, las piezas eran tesoros “de incalculable valor”. El propietario mostró “una extraordinaria colaboración” con los investigadores, tal y como indican fuentes cercanas al caso. Ahora bien, no pudo acreditar fehacientemente la procedencia de cinco de las piezas, por lo que fueron intervenidas por el Seprona y quedaron a disposición del Juzgado de Instrucción número 1 de Jaén, que llevas las diligencias. En concreto, las valiosas cerámicas íberas están todavía en poder de Juan Manuel Brazam, aunque solo en depósito. Es decir, no puede disponer de ellas.

En principio, los investigadores sospechan que el propietario —un reputado artista y coleccionista granadino— las fue adquiriendo sucesivamente a lo largo de los últimos años. Lo que el Seprona de Jaén trata de reconstruir es cómo y cuándo las pudo adquirir y, sobre todo, si sabía que proceden de expolios en yacimientos de la provincia de Jaén realizados hace más de treinta años, cuando no existía una legislación en la materia tan estricta como ahora.

Precisamente el tiempo transcurrido desde que esos tesoros fueron arrancados de la tierra hace muy complicado poner en pie un procedimiento judicial. De hecho, no se han producido detenciones ni imputaciones y las fuentes consultadas aseguran que no se van a producir. De hecho, el Juzgado considera que el posible delito contra el patrimonio histórico estaría prescrito, por lo que el magistrado ha pedido a la Fiscalía que se pronuncie al respecto en un informe. El objetivo de la investigación, por lo tanto, es recuperar las piezas expoliadas para el patrimonio común. Es la Junta la que debe hacer esa petición.