“Tenemos una industria raquítica”

Cristóbal Molina

26 abr 2020 / 09:50 H.

El catedrático de la UJA explica algunos de los aspectos que se ven afectados por la llegada de la pandemia del covid-19 y, como especialista en derecho laboral, advierte de que los cambios en el comportamiento dentro de las empresas ya es perceptible. Asimismo, relaciona los efectos de la crisis de 2008-2009 con la situación actual en Europa

—¿Qué opina sobre que nuestros movimientos sean “fichados” a través de nuestros móviles?

—Hay un nuevo conflicto entre salud, salud pública y protección de datos. Es curioso, porque vivíamos en la época de la protección de datos, de la reserva, de la privacidad... y, sin embargo, todo eso nos ha explotado. Además, aquí tenemos una contradicción muy importante, porque quienes han sido más eficaces (Singapur, Corea del Sur...) han utilizado las nuevas tecnologías de manera masiva. Sin embargo, los países que se suponía que teníamos más capacidades (Alemania, Francia, Italia, España...) hemos utilizado la técnica del siglo XIX, encerrarnos para reducir la exposición. Los riesgos de todo esto ya los estamos viendo. Hay una parte interesante: la tecnología nos ayuda a una mejor sociedad, pero nos introduce otros virus, que es la pérdida de privacidad.

—¿Es perceptible la brecha digital en la sociedad?

—Sí, efectivamente. Según las últimas resoluciones del acuerdos de las universidades andaluzas, se nos pide al profesorado que tengamos en cuenta que hay alumnado que no se ha podido conectar. Yo, afortunadamente, he tratado de buscar una fórmula que no requiera mucha conexión sofisticada. La UJA ha abierto un programa de concesiones de ordenadores y ipads, pero a buenas horas mangas verdes, porque ya estamos terminando y evaluando. En este sentido, creo que debemos ser modestos. Hemos hecho un gran esfuerzo, tenemos que reconocer que la docencia que hemos estado dando en este tiempo, no puede ser equivalente a la presencial.

—¿Qué mundo laboral se aproxima tras la pandemia?

—“Las cosas van a cambiar. En realidad, ya han cambiado”, eso se decía en la película El Patriota. Yo digo lo mismo. Buena prueba de ello es que el último decreto ley que nos han lanzado lo primero que hace es prorrogar más de 3 meses tanto la situación de teletrabajo como la idea de la adaptación de la jornada por cuidados. Los trabajadores vamos a tener la posibilidad de adecuar y conformar nuestra jornada para atender la conciliación de la vida laboral y familiar. La pregunta es: ¿Estamos en condiciones en el tejido empresarial español, con el sistema de ayudas del servicio público para afrontar ese cambio? Tengo muchas dudas.

—¿Por qué Europa está sufriendo tanto en todos los órdenes de la vida?

—Cuando salgamos de la urgencia, tendremos que ir a los importante: una pequeña revisión de qué ha pasado antes y qué debe pasar después. Primero, mirar qué países han tenido más afecciones: Italia, España y Francia. En cambio, han tenido menos Alemania, Finlandia y Suecia. ¿Qué relación hay con la crisis de 2008-2009?? Los países que tuvimos que aplicar mayores leyes de austeridad para poder ser rescatados tuvimos que hacer un esfuerzo muy importante y eso nos debilitó los servicios públicos. Aquellos países que no tuvieron que ser tan intensos han podido responder mejor. Segundo punto, porque estamos ante una pandemia global y es conveniente salir de Europa. ¿Por qué Corea del Sur, Singapur o Vietnam aceptan de buen grado que sus movimientos sean trazables por el móvil? Por una razón cultural. Allí prima más lo colectivo y en las sociedades europeas son más individuales y no es fácil asumir que te tengan que controlar. Por lo tanto, por el esfuerzo enorme que tuvimos que hacer en reducir los servicios públicos y porque queremos y amamos la libertad, se entiende que ese amor está también en la economía. Hemos descubierto (y sería el tercer elemento) que tenemos un sistema productivo e industrial raquítico. La globalización y deslocalización de empresas es un caballo de Troya. Tenemos que hacer un tejido productivo sólido que nos dé autonomía y no depender del sector servicios.