“Siento que he vuelto a nacer”

Francisco López relata cómo recibió un disparo en el hombro izquierdo

27 jun 2017 / 12:03 H.

Todo estaba preparado para que el último domingo de junio, como manda la tradición, las cofradías del Cristo de Chircales de Jaén y de Valdepeñas vivieran su particular romería chica. Se trata de una jornada de convivencia en la que los nuevos hermanos reciben el cetro y la medalla y, después de una misa, celebran una comida de hermandad. Joaquín Torres, conocido en el sector de la hostelería dentro y fuera de este municipio de la Sierra Sur, era el encargado, cada año, de elaborar una paella para los participantes en las inmediaciones de la emita. Este año había menos gente invitada y fue él quien ofreció el bar Los Chiquitines para tan importante acontecimiento. Allí se reunieron en torno a cuarenta personas y allí encontró la muerte. Joaquín Torres no pudo contarlo, pero Francisco López Ortega, por suerte, sí. “Siento que he vuelto a nacer”, dice.

Es valdepeñero de nacimiento y de corazón, aunque creció y formó su familia en la capital. Vivió en primera persona uno de los crímenes más aterradores de los últimos tiempos en la provincia. Desde la quinta planta del Hospital Neurotraumatológico, donde se encuentra ingresado, relata qué recuerda de aquel almuerzo al abrigo de sus paisanos. “Todavía no me lo creo, no doy crédito a que esto haya pasado de verdad”, subraya. Cuenta que los cofrades allí reunidos acababan de tomar los aperitivos. “Nos habían puesto lo típico, unas patatas, unas aceitunas e, incluso, chorizo y morcilla”, detalla. Dice que Joaquín Torres acababa de salir de la cocina y le servía salmorejo a él cuando, de pronto, oyó un ruido estruendoso. “Yo creía que eran petardos y pensé: ‘¿Qué hacen los niños tirando petardos dentro del bar?’. Fue cuestión de segundos. Entonces me di cuenta de que el salmorejo me caía por encima”, rememora. Todavía con el alma en vilo, explica que su instinto le hizo levantarse y salir hacia la puerta, mientras escuchaba más disparos. “Me di la vuelta y vi a Joaquín tirado en el suelo con un charco de sangre”. Sin embargo, asegura que no llegó a ver al policía local. Francisco López, que es secretario de la cofradía del Cristo de Chircales de Jaén y enfermero de profesión, todavía no se había dado cuenta de que estaba herido. Fue unos instantes después cuando empezó a sentir dolor en el brazo izquierdo. “Me miré y vi que estaba sangrando. Estaba tan aturdido que no sé todavía si es que una de las balas que recibió Joaquín lo atravesó a él y me alcanzó a mí o que recibí otra por efecto rebote”, subraya. Fue entonces cuando salió acompañado por el párroco de San Juan de la Cruz de la capital, Francisco Martínez. Quería pedir ayuda en el Ayuntamiento, pero lo encontró cerrado y se dirigió hacia el centro de salud. “Se me metió en la cabeza que no quería pasar de nuevo por la puerta del bar, así que me fui por detrás de la iglesia hasta llegar al consultorio, que estaba cerrado”. Su oficio le ayudó bastante. Con dos pañuelos se presionó la herida y uno de sus hermanos, Jesús López, lo trasladó rápidamente al Hospital Neurotraumatológico. Desde entonces está ingresado en la quinta planta. Se encuentra bien, dentro de la gravedad, aunque todavía tiene la bala en su cuerpo. Está a cuatro centímetros y medio de profundidad, muy cerca de la clavícula y en un lugar por el que pasa la vena aorta. Afirma que, un principio, lo metieron en quirófano, pero los profesionales valoran, en estos momentos, si quitar este cuerpo extraño o no. “Quieren ser prudentes y, por el momento, lo urgente es evitar una infección”, manifiesta.

Francisco López, que resultó herido en el marco de una verdadera tragedia, todavía no es consciente de lo que ha pasado, aunque tiene toda la información de lo sucedido. Arropado por su familia, da gracias a la vida por poder contarlo. Insiste: “He vuelto a nacer”.

los médicos buscaban
a un herido
y era él

El herido en el escenario en el que se produjo el crimen cuenta que él fue por su propio pie hasta el centro de salud. Por el camino se topó con la ambulancia y le dio el alto. “Les pedí que me curaran, pero me dijeron que iban a la plaza porque habían recibido un aviso urgente de que una persona se encontraba herida después de recibir varios disparos. Entonces les insistí en que el herido era yo, pero se ve que buscaban a un herido más grave y me instaron a que fuera al consultorio”. Todo fue de película.

Todos volcados con el sexto de la familia

Francisco López es el sexto de siete hermanos. Todos están volcados con él, además de su mujer, que no se separa ni un momento de su lado. Ana López da gracias a Dios repetidamente porque a su hermano no le haya pasado nada grave y, aunque están preocupados porque la bala sigue en su cuerpo, saben que podría haber sido mucho peor. “Yo estaba medio agachado para facilitar a Joaquín que me pudiera servir el salmorejo; si llego a estar algo más erguido, la bala no me habría dado en el hombro”, relata con dolor.