Promesa electoral, “intento de tren catalán” y años en blanco

Tres alcaldes distintos gestionan, sin darle continuidad, el medio de transporte

11 may 2018 / 08:30 H.

La primera alcaldesa de la capital, la socialista Carmen Peñalver, anunció, el 22 de marzo de 2007, que si ganaba las elecciones locales de aquel año, Jaén tendría un tranvía. Dicho y hecho, el PSOE pudo hacerse con el Gobierno local, gracias al respaldo de IU, y, dos primaveras después de lanzarse el órdago electoral, comenzaron unas obras para la puesta en marcha del tren ligero que, más allá de la evidente transformación de la capital, metafóricamente, movieron los cimientos mismos del Ayuntamiento, una administración local que, tres regidores y once años después, todavía no es capaz de resolver el asunto de poner en marcha el lagarto mecánico. Hoy, en el número 1 de la Plaza de Santa María, se firmará, previsiblemente, un acuerdo que acabará con este “suplicio” de la política local jiennense.

¿Qué ha pasado en todo este tiempo? El proyecto comenzó como un tiro, en diecinueve meses se creó un trazado de casi cinco kilómetros, desde Vaciacostales, en el norte de la ciudad, a Roldán y Marín, a las puertas del centro comercial y monumental. El primer viaje del tranvía con pasajeros, unas vez realizadas las correspondientes pruebas, fue el 2 de mayo de 2011 y, con el personal que iba a conducirlo ya formado, el tren ligero tuvo que regresar a cocheras 17 días más tarde. La concesionaria del servicio de autobuses creyó vulnerados sus intereses, al no cobrarse billete a los usuarios del sistema tranviario, y un juzgado le dio la razón. Días después se celebran las municipales en las que vence José Enrique Fernández de Moya, del PP, y se instala la falta de entendimiento entre el Gobierno local y la Junta para tratar de aprovechar la inversión, superior a los 128 millones de euros. Fernández de Moya llega a suscribir un acuerdo con Ferrocarriles de la Generalitat de Cataluña, en 2012, pero la empresa desiste de explotar el medio de transporte, al considerar que su déficit de explotación es muy elevado. En julio de 2013, el anterior alcalde, tras buscar, sin éxito, una salida al tren ligero con la Diputación y la Junta, renuncia a hacerse cargo de la “criatura” que, sin embargo, es suya, como demuestra una sentencia judicial que obliga al Ayuntamiento a indemnizar a un motorista que había sufrido un accidente en las vías abandonadas.

No es hasta la salida de Fernández de Moya, en noviembre de 2015, cuando vuelven las conversaciones con la Junta para intentar sacar de su ostracismo al tranvía.