Martos, una ciudad con luz larga

    14 mar 2019 / 11:22 H.

    Martos ha cambiado tanto en 40 años que hoy no la conoce ni la madre que la parió. No lo ha hecho petrificando el rico pasado que supieron valorar desde tiempos íberos hasta los coletazos de la Orden Militar de Calatrava; ni lamentándose de la miseria y ruina que dejó en ella la nobleza absentista primero, el caciquismo aristocrático después y el desdén que, por su sangre jacobina, mostró con ella el régimen franquista. Cuando llegó la hora, desde hace cuatro décadas, Martos levantó cabeza, pues nunca perdió la autoestima, y comenzó a dibujar su futuro. Tuvo claro que debía caminar con luz larga, no con la luz corta de la sopa boba y la subvención. Lo más importante era seguir el lema de la Ilustración: “Imaginación al poder”. Comenzó poniendo en valor y modernizando su riqueza olivarera, pero sabiendo que el monocultivo es una espada con dos filos: pasando a potenciar la industria del automóvil, el comercio y, pasada la crisis del ladrillo, el sector de la construcción. Es uno de los pueblos, importante nudo de la red viaria, en donde, al contrario de la media provincial, crece la población. Se lo han ganado a pulso.