Los sordos jiennenses apuestan por los cocleares

Las personas con disminución auditiva deben viajar a Granada para operarse

06 mar 2017 / 10:46 H.

La tecnología facilita el día a día de las personas con disminución auditiva desde hace más de treinta años. Concretamente, desde la invención del implante coclear. Se trata de un dispositivo médico de alta tecnología que sustituye la estimulación electroquímica de la cóclea, lugar del que nace el nervio auditivo. Es decir, permite “escuchar” a los usuarios. Actualmente, en España, más de 14.500 personas con sordera llevan implante. Recientemente se celebró su día internacional.

Manuela Labella, presidenta de la Asociación de Familias y Amigos de la Infancia Sorda —Afais—, explica que en Jaén son varios los niños que atienden con este dispositivo. Los ayudan desde pequeños con sesiones de rehabilitación con un logopeda especializado, para que “aprendan” a escuchar. “La familia tiene un papel muy importante en ese trabajo”, subraya, y añade que, aunque son los profesionales los que recomiendan su colocación, los padres tienen “la última palabra”. “Cuando la sordera es profunda y con audífono no hay ningún beneficio, se recurre al implante”. A algunos progenitores “les cuesta aceptar la solución”, pues “se trata de una intervención quirúrgica y dudan de su efectividad”. Sin embargo, desde la asociación manifiestan que ahora se trata el asunto “con más naturalidad” y la gente tiene “más confianza” ante un dispositivo.

Lucía Carrillo, de catorce años, lleva desde los tres con implante coclear. Su llegada al mundo no fue fácil, nació con dos cardiopatías y otras complicaciones. Sus padres notaban que “había algo raro” cuando decían su nombre, que no “respondía bien”, pero se centraron en sus problemas “más vitales”. Tras varias operaciones, confirmaron que su hija era sordociega. “Nosotros la llamábamos y ella no contestaba, tenía que chillarle mucho”, cuenta su madre, Lucía Romero. En el hospital de Jaén, cuando vieron el caso, le sugirieron que fuera directamente a Granada para que le pusieran el implante. Al principio le recomendaron que usara audífonos durante nueve meses, lo que dicta el protocolo. Sin embargo, “seguía sin decir nada”, así que la operaron con tres años. Las revisiones, la analítica y el preoperativo fueron en Jaén, pero después tuvieron que viajar hasta Granada. Necesitó de un mes de espera desde la operación hasta “el encendido”. Es “común”, según Romero, que a los niños les “incomode” el dispositivo y pidan que les quiten la pieza exterior que se imanta a la cabeza. Sin embargo su hija “estaba encantada”, miraba a su alrededor “con la boca abierta” y se adaptó “enseguida”. Su madre añade: “No parpadeaba” y recuerda que cuando oyó su voz “fue bonito, pero ni lloró ni se rio, se quedó impactada”. Explica que ella “escuchaba pero no entendía”. Fue necesaria una intensa rehabilitación, “no se lo imagina nadie”. De hecho, lleva doce años con logopedas, “su trabajo es esencial”. Además el aparato requiere un mantenimiento continuo: “En verano se desajusta, o para la piscina se lo quita y se lo pone más a menudo, los graves y agudos varían... Entonces hay que bajar otra vez a Granada para regularlo de nuevo”.

El implante coclear, como explica Romero, “es un complemento”, porque su hija “sabe hablar en signos perfectamente y lee los labios”. Viven en Los Villares y se trasladan, a diario, a Jaén para llevar a la menor al “Cándido Nogales”, un centro de referencia en la provincia para niños con disminución auditiva, donde su hija “es muy feliz”.