La versatilidad de Expohuelma

En el heterogéneo certamen caben desde gallos peleones a pendientes chic

26 ago 2017 / 11:17 H.

El alcalde de Huelma, Francisco Manuel Ruiz García, lo tiene claro. Debe “recibir” a todos los visitantes de la XXXIV Feria de Muestras del Parque Natural de Sierra Mágina, Expohuelma, y el certamen estaba, en su segunda jornada, de bote en bote cuando todavía no era ni la hora de la cerveza ayer. Además, el municipio vive sus fiestas patronales, el regidor, no para. “Estos días tengo el despacho en la caseta municipal”, se ríe, contento de cómo marcha la feria que, inaugurada hace apenas 24 horas, ya tiene todos los visos de superar los 20.000 visitantes que estima la organización, que calcula un volumen de negocio no inferior al medio millón de euros. Razones más que suficientes para que el máximo responsable municipal eche el resto.

Y es que, como dice el regidor, la de Huelma no es una feria sectorial como todas y, en un paseo por los diez mil metros cuadrados de exposición, queda claro. En el recinto de Expohuelma, al que se saca el máximo partido, hay respuestas para dudas de lo más dispar. Aquellos y aquellas que forman parte del micromundo que es Expohuelma son capaces ayudar a un marido detalloso a elegir unos pendientes para regalar a su mujer, e ilustrar sobre el mundo del gallo y de uno de sus mejores ejemplares, el llamado Combatiente Español, que cría la Diputación de Córdoba para que no se extinga. De la mano de Francisco León, de Los Villares, es posible descubrir cómo se afina un cencerro a martillazos e irse de Huelma agradecido a la labor filantrópica de Bernardo Moreno Quesada, un registrador de la propiedad que invirtió sus ahorros en proteger el castillo huelmense. Su labor sigue viva de la mano de Diego Rubio y Sergio Ruiz, que forman parte de una asociación que recoge fondos para la restauración y promoción del patrimonio local. En la feria de muestras, aunque parezca algo inverosímil en medio de decenas de robustos tractores, hay espacio hasta para las historias de amor, como la de una inglesa, que se casó con un español y cambió de vida, restauró un antiguo molino de aceite, en el pueblo malagueño de Villanueva del Trabuco, donde es feliz tejiendo con lana de oveja que tiñe gracias a la cebolla y con las cochinillas que hay en el campo. Se llama Sian Huertas e imparte talleres para ayudar a que la artesanía andaluza no se pierda. Todo eso y más, en el pabellón polideportivo de Huelma, bautizado, por cierto, en honor de Sebastián Martos Roa, un atleta “hijo del pueblo”, en la elite del deporte español.