La gran reserva de agua que abastece a la capital necesita que llueva pronto

El Quiebrajano se queda sin agua. Todavía hay, pero la tendencia no resulta nada halagüeña. La gran reserva para el consumo de las personas que viven en la capital y que da de beber a cientos de olivos no para de bajar de nivel, por lo que, si las nubes no hacen un alarde de generosidad, no habrá que esperar mucho para que se comience a tomar medidas para restringir el consumo —algo que va más allá del gasto responsable, ya que esto es una exigencia impuesta para cada gota de agua que sale en un pantano de la provincia jiennense—.

Sigue sin llover. Cayeron unos 80 litros por metro cuadrado en mayo, que se completan con otros cuantos en los meses anteriores hasta constituir un registro pluviométrico muy bajo. De hecho, antes habían llegado 386 litros por metro cuadrado al Quiebrajano, según el sistema de información SAIH Guadalquivir, que depende de la Confederación Hidrográfica. De ahí que ni siquiera se han sobrepasado los 500 litros por metro cuadrado, mientras que Jaén sigue “chupando” de su pantano. La gente necesita sus recursos para ducharse, poner la lavadora, tirar de la cisterna o, simplemente, beber. Y no hay que olvidar que todo esto funciona, casi sin que las personas se den cuenta, porque el Quiebrajano tiene agua.

La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir indica que la gran reserva de agua de los hombres y de las mujeres de la capital y de parte del cinturón metropolitano se encuentra al 43,53%. Dispone de 13,758 hectómetros cúbicos. Hay 6 menos que el año pasado y 14 se han perdido respecto a hace dos. Si se mira tres años hacia atrás, se han perdido 16. Si se repasa esta misma comparativa en términos porcentuales, el pantano estaba al 94% en 2013; pasó al 88,4%, en 2014; se recortó hasta el 61,19% en 2015, y ahora se encuentra al 43,53% de su capacidad.

Más información en la edición impresa de Diario JAÉN.