Jiennenses contra terroristas

El día a día de soldados de Peal, Úbeda, Jaén, Valdepeñas e Higuera en Irak

19 abr 2018 / 08:43 H.

Mis padres me preguntaron que quién iba a coger la aceituna”, bromea Miguel Blanco Campos, de Peal de Becerro y militar profesional, de 33 años, con destino en la Quinta Compañía, de la Séptima Bandera del Tercer Tercio, en la Base de Viator, en Almería. Este pealeño es uno de los soldados que forman parte de la coalición internacional que participa en la misión Inherent Resolve, en Irak, con la que se apoya a las tropas y la policía locales en el combate contra el Daesh, también llamado ISIS o Estado Islámico. España, que aporta 450 militares, es uno de los países más implicados. Este despliegue es uno de los más importantes, y también de los menos “lucidos”, por no ser muy conocido, a pesar de haber sido clave en la derrota de los terroristas, anunciadas por las autoridades iraquíes, a finales de 2017. De este contingente, una quincena son jiennenses. “Cuando se comunica una decisión así, duele decirlo y también recibirlo. Pero mi familia me apoya siempre que tengo que aportar a la patria, como hicieron cuando estuve en Afganistán”, explica uno de ellos, el sargento primero Blanco Campos.

El militar de Peal, que desde hace casi medio año vive en la Base “Gran Capitán”, —en Besmayah, cerca de la capital Bagdad—, es uno de los instructores, de los que enseñan a defenderse y atacar a los terroristas, una tarea encomendada a expertos de Estados Unidos y de España. “Los iraquíes ponen mucho ahínco, es muy importante todo lo que aprenden. La preparación es en una zona segura y, en realidad, es muy similar a la que recibimos en España, aunque hay como una calma tensa. De aquí se van a Ramadi y Faluya (arrebatadas al Daesh en 2015 y 2016, respectivamente), por lo que valoran mucho la mejora en su formación”, reflexiona. El grupo al que prepara es muy heterogéneo y va desde chavales de 20 años a los mandos, que ya tienen unos 50 años. “Parece ser que la cosa va para adelante”, resume sobre la situación del país, muy distinta a la que motivó, en 2014, que se autorizará el despliegue.

“Una vez que está derrotado, no es una gran amenaza, aunque la seguridad es uno de los aspectos principales en el territorio y tenemos que estar muy atentos”, aclara el comandante Francisco Antonio Olivares Narváez, criado entre Úbeda y Madrid, y en la Plana Mayor de la base española y, por lo tanto, en el mando directo de las tropas. Puntualiza que lo que queda de la presencia del enemigo se sitúa más al norte y al oeste de donde se encuentran los españoles. “Se ha ido derrotando. Cuando se formó la coalición, el Daesh estaba casi a las puertas de Bagdad y los países se unieron, precisamente, para frenarlos. Fue la gota que colmó el vaso e hizo preciso apoyar a los iraquíes”, puntualiza el comandante, que abunda en una idea: “Con la victoria declarada contra el Daesh, el centro de gravedad cambia, ya no está en las operaciones militares propiamente dichas, sino que es clave el adiestramiento de las tropas, para que no vuelva a suceder. En este escenario, somos unos de los principales contribuyentes”. Orgulloso de representar a España, ante las autoridades y personalidades del país anfitrión, además de con el resto de representantes de la coalición, afronta su séptima misión en el exterior, en Irak ya estuvo en 2003 y 2004 y también tiene experiencias en Afganistan y el Líbano. ¿Cómo se lo tomaron en su casa? “Mi hija dijo ‘papá se va a Irak. Ya lo va entendiendo, mi familia lo comprende perfectamente”, deja claro. Además, insiste en que todo está “muy tranquilo” en la Base “Gran Capitán” y, en general, en suelo iraquí.

El caballero legionario Sergio Liébana Calvo, nacido en Higuera de Calatrava, hace 29 años, es uno de los que vela para que, a diario, nada raro ocurra. Forma parte de la Unidad de Protección (Uprot) que, como su propio nombre indica, “tiene que dar seguridad a la fuerza desplegada”. Uno de los momentos más delicados es la escolta a los convoyes, es decir, los vehículos que transportan a los instructores desde la “Gran Capitán” hasta el campo de maniobras. Una vez allí, este equipo monta guardia para que los instructores trabajen con toda la tranquilidad que sea posible con los militares y policías iraquíes. Los desplazamientos son cortos, unos 10 minutos máximo. “La cosa está muy tranquila, no sé lo que se venderá, por ejemplo, a través de los medios de comunicación, pero la seguridad es grande”, sostiene el legionario, que, cuando se marche de Irak, aproximadamente a mediados de mayo, volverá a su base, al Tercio don Juan de Austria, en Almería. “Lo que más me impresiona, eso sí, es que es un país en el que se nota que los años de conflicto hacen mucha mella, lo que no quita que los servicios mínimos estén más que cubiertos”, sostiene e, incluso, se permite una broma, para dejar claro que no hay que preocuparse ni siquiera del calor, ya que el clima es parecido al almeriense y, además, como precisa: “Creo que he visto más aire acondicionado que en ningún sitio del mundo”. “Nosotros estamos siempre bien asesorados, y lo que te encuentras es siempre un poquito mejor de lo que te puedan contar, aunque la cabeza juega malas pasadas, al llegar al destino, ves que todo está en orden”, confiesa este militar que agradece a su gente que le apoye en su vocación y que apostilla que, para pasar el rato, cuando tiene algo de tiempo libre, se “castiga” para mantener su forma física y estudia las oposiciones, por si ingresa en la Guardia Civil, otra de las aspiraciones de este jiennense.

Otro nacido en la provincia es Jacobo Azmani, que es de la capital y está en la Compañía de Transmisiones de la Legión, en Almería. “Es la segunda vez que salgo, la primera vez estuve en el en Líbano. Solemos tener más respeto que miedo y tenemos claro todo lo que puede acontecer”, dice. Y eso que, dentro de lo cuadriculada que debe de ser la organización de una despliegue de este tipo, la labor de Azmani, encargada de las transmisiones, es de las que más sorpresas proporciona. “Siempre surge algo nuevo, estamos mejorando las instalaciones constantemente. Hacemos la broma de que todos los días son lunes, no paramos nunca”, sostiene el cabo que se encarga de que vayan como un reloj todas las comunicaciones, tanto internas como fuera de la base, con satélites militares, conexiones wifi y mantenimiento de antenas que se pueden ir al garete con una tormenta de arena. “Aunque haga mal tiempo, siempre tenemos que tener buena cara. Me encanta mi trabajo, sé lo que conlleva, no en vano, nuestro día a día en Almería consiste en prepararnos para esto”, precisa Azmani que, aunque con el pellizco de echar de menos a su gente, afirma: “Me preocupa mucho más la gente de aquí”.

Rafael Sánchez Torrebejano es uno de los veteranos del campamento. Este brigada, de Valdepeñas, que roza los 50, lleva de uniforme desde 1991. Es uno de los responsables de la logística, en concreto, se encarga de las municiones, del polvorín, que es casi la justa para la instrucción de las tropas locales. “En caso de necesidad, la ponen los americanos”, aclara, pero es tajante al quitar hierro al hecho de pisar el mismo suelo que el autoproclamado Estado Islámico. “El prisma de la gente es diferente, parece que estás dando tiros desde que te levantas hasta que te acuestas, pero la nuestra no es, en este caso, una misión de estar ahí fuera, donde el peligro sí es más grande”, afirma y sabe de lo que habla, porque es la cuarta “aventura” de este tipo, tras haberse desplegado en Bosnia, Kosovo y Afganistán. “Hay que cumplir”, apostilla. “La familia no quiere que te vayas y eso que mi mujer era militar y no tengo que dar muchas explicaciones. En cuanto a mi hijo, el pobre, aunque es pequeño, sabe que me he ido, que no estoy, pero con el ‘whatsapp’ es todo más llevadero”, reconoce. Esta misión es, como admite, dura, monótona, y ni siquiera te da tiempo a hacer amistades. “No sabes ni de donde son”, aclara. Y es cierto, aunque hay una quincena de jiennenses en la base, no se conocían bien entre sí. Fue el capitán Iglesias, que no es de Jaén, pero sí el encargado de las relaciones con la prensa de la “Gran Capitán”, el que propició el encuentro entre los cinco protagonistas de este reportaje, a petición de este periódico. Forman parte del contingente actual, que supone la séptima rotación de tropas, que aún tiene por delante, más o menos, un mes en suelo iraquí, eso, si nada extraordinario sucede, que nunca se sabe en una misión.