¿Hacia un cambio en el modelo educativo?

La docente Lourdes Jiménez valora los primeros días de confinamiento y asegura que hay buena adaptación

21 mar 2020 / 10:49 H.

En un mundo en el que las nuevas tecnologías están a la orden del día, parece una tarea sencilla que los niños, y los que no lo son tanto, se adapten a estudiar desde sus casas con el ordenador, las redes sociales e internet como únicas herramientas. Nada más lejos de la realidad, la profesora Lourdes Jiménez, en este sentido, afirma: “Hemos pasado, en cuestión de horas, de un sistema presencial a uno digital y casi improvisado”.

No es fácil para ninguno de los pilares que conforman la comunidad educativa —docentes, alumnos y familia— ajustarse a esta situación sobrevenida. En este sentido, Jiménez es consciente de que, cuando se decretó el cierre de los centros escolares, los niños cargaron con todos sus libros de texto para que los profesores continuaran, de esta forma, con el currículo guiado. “Los docentes mantenemos un contacto diario con las familias, a las que les facilitamos instrucciones y actividades para realizar con sus hijos”, indica la profesora, que avisa que esto no se debe confundir con “el envío de grandes cantidades de ejercicios mecánicos y copiosos que a las familias les pueda suponer un reto muy complicado”. En este sentido, para llegar a todo el mundo, puesto que aún hay hogares en los que no disponen de conexión a internet, Jiménez valora el contacto permanente y el puente establecido gracias a las asociaciones de padres entre las familias y docentes.

EDUCACIÓN. “Esta situación me hace reafirmar la idea de que la escuela debe ser la gran apuesta de la transformación social, que lo más importante de un colegio es la capacidad para conectar las emociones y los contenidos a través de esas situaciones que nos permiten aprender a hacer, ser y conocer, pero juntos”, indica Jiménez, que hace hincapié en que los contenidos teóricos “están por todas partes”, pero no las emociones que los niños viven en el colegio. “La escuela del cambio, esa que perseguimos muchos locos empeñados en despeinar el sistema, debe ser la que se centre en poner la innovación al servicio de la inteligencia emocional”, afirma.

“El sistema que tenemos aún no está preparado para trabajar a distancia”

Los niños están cada vez más habituados a las nuevas tecnologías, pero eso no quiere decir que la adaptación sea fácil. “El sistema que tenemos aún no está preparado para trabajar a distancia”. Así de rotunda se muestra la profesora jiennense Lourdes Jiménez, que basa su afirmación en que muchos niños aún no disponen en sus hogares de las herramientas necesarias para teletrabajar.

Independientemente, asegura que, en la mayoría de los casos, son ellos —los más pequeños— los que les dan una lección a los adultos. “Ellos responden muy bien, aunque en estos momentos eso es algo que depende mucho de las propias familias”, indica la docente, que diariamente lanza retos a sus alumnos a través de vídeos. “El otro día les lancé uno sobre anatomía en el que yo aparecía disfrazada de esqueleto y rápidamente comenzaron a jugar”, cuenta Jiménez, quien piensa, ahora más que nunca, en que el profesor “debe mirar con ojos de niño”. “¿Qué nos gustaría recibir de nuestros maestros en una época de incertidumbre?”, se pregunta, al mismo tiempo que reconoce que “poder ver y oír” a los niños es “fabuloso”.

Por otro lado, sobre la rutina de trabajo, reconoce que es muy positivo y que ella, aunque no lo consigue, lo intenta. “Al final lo que quiero es hacerles las clases amenas e invierto mucho tiempo en grabar y montar vídeos, seguir con la formación online y otras tareas administrativas...”, reconoce Jiménez.

Sin embargo, cree muy necesario trabajar en el concepto de la rutina para que los niños no pierdan su hábito de estudio. “Hay que tener claro que no estamos de vacaciones y las familias deben ser conscientes de esto, ya que deben colaborar más que nunca con la escuela porque, de no hacerlo, podemos generarles muchos problemas futuros a nuestros niños”, concluye esta profesora jiennense.