El plan que siempre espera Jaén

Desde principios del siglo XX, se trata, sin éxito, de buscar soluciones al desempleo y la carencia de infraestructuras

06 dic 2017 / 10:54 H.

Jaén me quita el sueño”, esta frase está atribuida al dictador Francisco Franco, pronunciada durante una visita a la provincia en junio de 1951. Fuera así o no la máxima, lo cierto es que la provincia le daba al dictador quebraderos de cabeza, sus parámetros socioeconómicos eran alarmantes, el territorio estaba a la cola en desarrollo, con unas tasas de desempleo escandalosas. En el Archivo Histórico Provincial, hay un mapa con datos de paro por municipios, aportado por los propios ayuntamientos, que da idea de esta realidad en 1950. Aquel año, la media de obreros obligados a no hacer nada, por no tener donde emplearse, era superior al 50%, con áreas como Sierra Morena y el sur jiennense en el que el porcentaje llegaba a aproximarse al 100%. El encargado de desentrañar estos datos es el jefe del servicio de Ordenación Académica de la Sede Antonio Machado de la Universidad Internacional de Andalucía, en Baeza, Vicente José Gallego Simón que, tras licenciarse en Geografía e Historia por la Universidad de Granada, se doctoró en la UJA con su tesis “Transformación en regadío, colonización y desarrollo rural en la provincia de Jaén. Cincuenta años de planificación territorial frustrada (1925-1975)”. Antes firmó la investigación titulada “El plan Jaén de 1953 y sus antecedentes.: Una oportunidad perdida para el desarrollo de la provincia de Jaén en el siglo XX”.

Sus investigaciones recorren medio siglo del territorio y cobran actualidad en un momento en el que ciudadanos y políticos miran a Europa, Madrid y Sevilla para reclamar inversiones millonarias, infraestructuras y, sobre todo, industrias, para un conjunto de ciudadanos que tienen que convivir con una rosario de “problemas estructurales” para los que se buscan soluciones desde hace más de un siglo. El investigador universitario retrata la situación de mediados del XX y, para ello, se retrotrae a 1925, desde entonces, son tres los programas específicos destinados a relanzar la provincia, la Asamblea Magna Provincial, el Plan Jaén y el Plan Activa Jaén. A pesar de sus buenas intenciones y su planificación, no la acercan al resto del Estado, ninguno de los tres terminó de ejecutarse y los tres partían de un diagnóstico muy similar. Cuando se pone en marcha el primero de los programas, en plena dictadura de Primo de Rivera, es la Diputación la que lo impulsa, consciente, igual que luego lo estuvo el régimen franquista, de que había que atajar cuestiones como el déficit en industrias, para lo que se propone apostar por el óxido y el cemento; la mejora de equipamientos sanitarios, con una intervención específica para la Sierra de Segura; la mejora de la agricultura, con obras como el canal de riego de La Loma, finalmente ejecutado en parte a lo largo de la centuria, y el fomento de las campañas para la lucha contra la mosca del olivo y la construcción de pantanos, entre los que ya se habla de El Tranco y El Jándula y la mejora en la red de carreteras y la creación de líneas férreas, entre Jaén y Granada, Bailén y Linares y la luego famosa entre Baeza y Requena, a las puertas de la capital de Valencia. Vicente José Gallego Simón recuerda que esta mesa de trabajo, a pesar de la gran cantidad de voces autorizadas que se sentaron para aportar propuestas, desde ayuntamientos a la Cámara de Comercio, los maestros e, incluso, el Obispado, no pasó de una mera declaración de intenciones. Tan solo se materializó, en mayor medida, la política de construcción de “casas baratas”, lo que, actualmente, se definen como viviendas de promoción pública y se desarrolló las acciones de beneficencia.

Un cuarto de siglo después, desde Madrid observan que Jaén precisa aún una atención especial y, de hecho, la provincia, junto con Badajoz, es la única que se beneficia de un programa extraordinario de inversiones. La primera en 1952 y, la segunda, desde 1953 y hasta 1967, hace ya medio siglo. Como ejemplo de que era fundamental hace algo y rápido, el investigador recuerda que, en 1946, de las 1.120 personas que murieron de hambre en España, 236 eran jiennenses. Aquel año coincidió con una “raquítica cosecha”, una realidad durísima que, de nuevo, demostraba que la provincia no podía depender de su campo. En un país destrozado por la Guerra Civil, Franco ordenó invertir más de 4.200 millones de pesetas de la época (unos 25 millones de euros). Pero no funcionó tampoco, su concepción, recuerda Gallego Simón, era muy autárquica, basada tan solo en el aprovechamiento de recursos propios y, aunque se construyen pantanos y se potencia el riego, la mayor apuesta, la de la industrialización, pensada para dar trabajo a los temporeros, no cuaja; de ahí los grandes flujos de emigración de la época, entre la mitad del siglo y la década de los 70 del XX. Un exponente de ello es la Empresa Nacional de Industrialización de Residuos Agrícolas (Enira), pensada para aprovechar desde los subproductos del olivar hasta fabricar gasolina, que nunca llegó a producir. De las 35 fábricas proyectadas, entre ellas, la automovilística Santana, solo una sobrevive, en Mengíbar. Al Plan Jaén de Franco, también le falló la falta de iniciativa de la burguesía jiennense, deja claro el doctor universitario, y, aunque parezca mentira, la geopolítica, ya que con la mejora de las relaciones entre Estados Unidos y España, se abre la economía y, por puro ahorro, deja de tener sentido, por ejemplo, respaldar institucionalmente la fabricación de latas en la provincia cuando son más baratas si se importan. En 2006, con el socialista Rodríguez Zapatero, llega el Plan Activa Jaén, que tiene que hacer frente a carencias que se arrastran desde la Asamblea Magna, como la necesidad de industrias y mejorar las comunicaciones. Aunque se ejecutaron 1.700 millones en un lustro, que permitieron la terminación de la Presa de Siles o el nuevo paso de Despeñaperros, en la A-4, las carencias en ferrocarril todavía se mantienen y, a pesar de los compromisos de La Moncloa, no llegaron industrias como Ros Casares, en Andújar. La llegada del PP al Gobierno, como critican hasta la saciedad los socialistas, supuso enterrar entre último plan, sin que terminara de dar fruto.

regadío sí, pero para evitar el monocultivo

El historiador Vicente José Gallego Simón recuerda que una de las claves de la Asamblea Provincial y el Plan Jaén es evitar la excesiva dependencia del olivar, para lo que, precisamente, se fomentó el riego con la idea de potenciar otros cultivos. Esta política fracasó. Actualmente, se busca potenciar otro tipo de cultivos alternativos en la provincia, como el pistacho, a las puertas de una reforma de la política de ayuda comunitaria que puede ser dañina para el sector.

el tren de baeza a utiel que nunca se construyó

La línea de ferrocarril entre Baeza y Utiel, es decir, entre el centro de la provincia jiennense y Valencia, nunca llegó a construirse, a pesar de que se planteaba desde principios del siglo XX y con Franco se barajó su terminación. Su funcionamiento era clave para dar salida a la producción industrial y hortofrutícola. Este déficit se mantiene, aún por carretera, porque no termina de construirse la autovía entre Linares y Albacete, con el mismo objetivo.