El infame bombardeo que hizo de Jaén la “Guernica andaluza”

La Plaza de Santiago es un Lugar de Memoria Histórica

01 abr 2017 / 10:34 H.

El estruendo de los motores de los Junker trimotor, fabricados eficientemente en Alemania y pilotados por españoles, ahogó los sonidos de una tarde en la que no tenía que haber sucedido nada especial en Jaén. Pero hace exactamente 80 años, a las 17:20 horas del 1 de abril de 1937, la capital jiennense fue bombardeada. En aquel momento, la ciudad todavía estaba dentro del territorio controlado por el legítimo Gobierno de la República. “La gente comenzó a gritar: ¡Los aviones, los aviones! y muchos salieron a verlos. Mi hermano Pablo y yo, que éramos chiquillos, quisimos hacer lo mismo. Una mujer nos dijo que nos quedáramos quietos y nos escondió debajo del mostrador de la tienda a la que habíamos ido a por unos fideos. ¡Vaya protección! (ríe). Pero menos mal, a los pocos segundos, comenzaron a caer las bombas”. Es el relato de Amparo Cano Ramiro, una de las pocas personas que todavía está viva para narrar, en primera persona, uno de los episodios más infames de la Guerra Civil. Y es que el ataque aéreo a Jaén fue una acción militar sin pies ni cabeza, que no buscó objetivos estratégicos del enemigo, solo masacró a civiles. Dejó 157 muertos y 280 heridos. A estos hay que sumar una cifra similar de fusilados por las autoridades republicanas en pago a la tremenda deuda de sangre. Otra carnicería: 128 víctimas.

“El bombardeo fue ordenado en un calentón, con las higadillas, por el general sublevado Queipo de Llano, en represalia por otro a Córdoba a las 12:30 horas”, aclara Juan Cuevas Mata, archivero del Ayuntamiento, autor del libro más completo sobre la que define como “la mayor tragedia que se recuerda en Jaén”. “No teníamos conciencia de que estuviéramos en guerra”, afirma Cano Ramírez, de 89 años. “Había carestía, eso sí, pero no teníamos sensación de peligro”, aclara esta mujer, testigo del horror de niña. “Salimos a la calle, estaba todo destrozado y había víctimas. Se nos hizo imposible regresar a nuestra casa en la calle Los Romeros. No se me olvidará en la vida cómo se elevaban los chorros de agua de las tuberías rotas”, continúa. “Una chica, tendría quince años, que vivía en Jaén, precisamente, como refugiada de los bombardeos de Madrid, se hizo cargo de nosotros y nos llevó a casa de mi abuela”, aclara. Describe, como si fuera ayer, la cara de alivio que pusieron Pedro Cano, secretario general de Izquierda Republicana y responsable de abastecimientos en la ciudad, y Ana Ramiro, “mujer adelantada a su tiempo”, al encontrarla a ella y al pequeño Pablo. Eran los padres de Amparo que, como otros matrimonios jiennenses, horrorizados se echaron a la calle para encontrar a sus niños, chiquillos que jugaban, ajenos a cualquier preocupación, en la tranquila “capital de provincias”. “Era un jueves. Me acuerdo perfectamente porque no íbamos a clase por la tarde. Si llega a ser otro día, se mueren los alumnos de la escuela de Petra, Pilar y Ana Rosa Aguilar, tres mujeres que daban clase en una casa. Ellas sí fallecieron. Les cayó uno de los proyectiles”, precisa amargamente.

Las bombas sembraron el pánico y llenaron de muertos las calles del sur del casco urbano, donde instruían las Aguilar y en las que, ocho décadas después, una calle tiene el tétrico sobrenombre de Los Muertos. “Entraron dos formaciones de tres aviones, que dejaron a la izquierda la Catedral. La incursión recorrió un pasillo aéreo, de unos doscientos metros, entre La Alcantarilla y la Plaza de las Batallas. Las investigaciones prueban que ni se dio aviso, ni había vigilancia alguna”, precisa el archivero Cuevas.

el piloto jiennense. Uno de los aviadores de los cazas que escoltaban a los Junkers era Miguel Guerrero García, de raíces jiennenses, que, con el tiempo, llegó a ser teniente general del Aire, desvela el investigador local Luis Miguel Sánchez Tostado. “No le dijeron que iban a bombardear Jaén y allí residían varias hermanas, cuñados y sobrinos. Cuando vio caer las bombas próximas a las casas de sus familiares se alejó de la formación y hubo de ir a recuperarlo. Debió ser un trago muy duro”, opina el historiador. Más allá de la amarga anécdota, la presencia de este jiennense es una de las pruebas que refuta una de las “leyendas” que rodean este hecho histórico. El bombardeo no corresponde a la famosa Legión Cóndor alemana, que sí es responsable del mucho más documentado, y hasta inmortalizado por Picasso, ataque aéreo a Guernica. “La operación fue del ejército rebelde, de militares españoles. Esto se logró establecer con documentación cierta”, remarca el autor de “El Bombardeo de Jaén”, que precisa que, en los papeles hallados sobre esta acción militar, consta, incluso, que el que fue a “recuperar” al piloto jiennense fue el famoso aviador rebelde Joaquín García-Morato. “¿Por qué pasó desapercibido el bombardeo de Jaén, uno de los más crueles de la guerra?”, se pregunta Luis Miguel Sánchez Tostado, que plantea esta respuesta: “Justo el día de antes, la aviación italiana bombardeó Durango y dejó unos trescientos muertos. A ello hay que sumar la intensa campaña propagandística internacional tras Guernica, que fue el 25 de abril, lo que eclipsó la crueldad de otros ataques, a pesar de que, por ejemplo, el estudio de la asociación Gernikazarra contabiliza allí 126 muertos, frente a los 157 de Jaén. En tercer lugar, al bando republicano le interesó guardar silencio por la muerte violenta de presos de derechas como represalia”.

—Amparo, usted que sobrevivió a una guerra y a un hecho así, ¿cómo ve la situación actual del país? “Muy fea, hay poco respeto por los demás y todo el mundo va a ver lo que saca. Es necesario conocer la historia”, sentencia.

El Archivo Histórico Provincial de Jaén acoge, hasta el 4 de junio, la exposición “1 de abril de 1937. Jaén bombardeada”, una iniciativa de la Consejería de Cultura. La muestra recuerda a las víctimas con la obra ideada por la artista Carmen Montoro y la proyección de la grabación que, en su día, realizaron actores jiennenses en una “performance” en el refugio de la Plaza de Santiago.

Historia “perdida” en el Archivo Municipal
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Juan Cuevas Mata, de 56 años, responsable del Archivo Municipal, es el autor del libro más completo sobre el bombardeo, aunque admite que, de niño, a pesar de ser jiennense, no tenía consciencia de la importancia de lo ocurrido, que descubrió “por casualidad”. “Por mi trabajo, llegó a mis manos un llamativo documento sobre la construcción de refugios antiaéreos. Comencé a prestar atención a lo que comentaban los mayores que venían por aquí y ya descubrí que era algo muy grave. Había un manto de silencio sobre aquello que a mí y a otros muchos nos impedían verlo”, deja claro. Interesado en desenterrar este capítulo de Jaén, comenzó a indagar, a localizar listas de fallecidos, de heridos, de enterramientos y fusilados y a atar cabos. La ayuda de una colega, del Archivo del Ejército del Aire, le brindó las piezas que faltaban y así armó el rompecabezas que le permitió publicar “El Bombardeo de Jaén”.

Muestra en el Archivo Histórico Provincial
“Abrir el refugio permite recordar a las víctimas”