El Cautivo mira hacia el cielo

La joven hermandad trinitaria cumple un lustro y recibe el calor de los jiennenses

18 abr 2019 / 09:39 H.

La incertidumbre cobró protagonismo en la tarde del ecuador de la Semana Santa. La luz radiantemente desprendida en jornadas anteriores se empañó de un tono grisáceo que cubrió el cielo. La mañana del Miércoles Santo sembró las dudas entre quienes no dejaban de mirar por sus ventanas, intentando atisbar algunos rayos de sol que anunciasen la apertura del cielo.

No obstante, en la recoleta parroquia de Santa Isabel, bullía la ilusión por la salida de la hermandad con la que comenzó la tarde del Miércoles Santo. Cautivo y Trinidad se mostró positiva ante las amenazas de lluvia que acechaban en la noche. Eso sí, adelantó media hora su salida. Veinte minutos precedían a las cinco y diez de la tarde cuando las puertas de Santa Isabel levantaron la expectación del barrio congregado en la plaza del templo. Joven hermandad de barrio, aunque no por ello falta de abrigo. Tampoco de cofrades, quienes crecen en número y espíritu Trinitario año tras año. Asimismo, la hermandad acoge un buen motivo de celebración. Y es que este año 2019 se conmemora el décimo aniversario de la bendición de María Santísima de la Trinidad.

El cortejo comenzó a tomar forma. Las llamadas al orden y rezo anunciaron el momento esperado por quienes agitaban los interiores de la parroquia de Santa Isabel. Tras la apertura de puertas, la Asociación Músico-Cultural María José Armenteros, a golpe de cajón y sonidos interpretados con bandurrias, laúdes y guitarras, protagonizó uno de los tantos momentos emotivos del Miércoles Santo. “Costalero” y “Ecce Hommo” fueron algunas de las piezas musicales que alguna que otra lágrima arrancaron de quienes quedaban en el interior del templo. Los agolpados a las puertas de Santa Isabel también disfrutaron de las melodías que acompañaron los primeros pasos de Jesús Cautivo, aún en su iglesia. María Santísima de la Trinidad, a los pies del altar, veía marchar a su Hijo, al tiempo que la ovación emergía desde el exterior. La plaza de Santa Isabel se convirtió en un hervidero de vecinos que no quisieron perder detalle de la salida de Jesús. El barrio quedó prendido ante el transcurrir del Cautivo, que recibía el calor de ingente cantidad de almas, prestas a vivir la salida de su hermandad. La dulzura del rostro de Jesús enterneció a quienes a sus pies levantaron, en oración, sus nobles corazones. Una levantá fue dedicada a un niño cuya devoción hacia el Cautivo es infinita.

Allá por calle Sagrado Corazón de Jesús un viento arreciaba. Muchos comentaron su preocupación ante una posible llegada de nubes perniciosas para la salida de las cofradías del Miércoles Santo jiennense. Idas y venidas de viandantes acompañaron el curso del Cautivo hasta un pilar de Arrabalejo que se convirtió en enclave cofrade. La cruz de guía de la hermandad del Perdón esperaba su turno para procesionar por Millán de Priego, a la par que Jesús Cautivo terminaba su discurrir por Núñez de Balboa, y encabezaba, durante unos breves instantes, un discurrir de dos cofradías que emulaban una procesión única. Estación en el convento de San Antonio, donde el Cautivo reviró ante la atenta mirada de quienes allí permanecían. Y “Cantemos el amor de los amores” sonó en un momento que, además de llamar a la veneración, sirvió para hacer tiempo.

Una pronta petición de venia se producía minutos antes de las siete y media de la tarde. El Cautivo avanzaba a paso corto con objeto de no retomar una estampa que el año pasado dejaba su paso por carrera oficial. Y es que, cuando la cruz de guía se clavaba en la parte alta, aún proseguía la Buena Muerte con su descenso por Campanas. No obstante, la cabeza de procesión no dejó de vislumbrar a Nuestra Señora de las Angustias desde una intermedia Bernabé Soriano.

Aquello que no se espera aceleró el transcurrir de el Cautivo. Algunas gotas de agua presagiaban un mal augurio que quedaría, con fortuna, en tan solo un susto. No obstante, la primera hermandad en pedir la venia recorrió Bernabé Soriano entre aplausos y algunas palabras alentadoras, que no pudieron evitar manifestarse ante el preocupado semblante de los capataces de la “Tropa Trinitaria”.

También, en Maestra, hubo una pequeña señal de los caprichos del cielo, si bien no impidió que el pública cayera cautivado. Un largo camino de vuelta se desplegaba ante Cautivo y Trinidad, que regaló uno de sus momentos culmen con el encuentro con María Santísima del Mayor Dolor. El barrio de la Magdalena volvió a cobrar ese hechizo que perdura desde el Martes Santo.