El cambio climático adelantará la aceituna y acabará con el cereal

Un estudio científico avala que las temperaturas subirán entre 2 y 4 grados

21 jun 2016 / 09:00 H.

El olivar es un cultivo duro, por lo que aguantará bien el cambio climático que se avecina derivado del calentamiento global del Planeta. Sin embargo, seguro que muchos, dentro de cincuenta años, se sorprenderán cuando lean o les cuenten que la mayoría de los aceituneros se echaban al campo en el Puente de la Inmaculada y que el olivar florecía en Jaén a finales de mayo. También verán raro que existieran agrupaciones de productores de la sierra que fumigaban sus olivos con avionetas durante agosto y septiembre para evitar que una mosca picara el fruto.

Un estudio científico publicado en la revista “Proceedings of the National Academy” de EE UU retrata cómo serán las fincas aceituneras y el rumbo que tomará la agricultura jiennense. La temperatura subirá en la provincia, lo que se notará en los cultivos. Se espera que lo haga entre dos y cuatro grados centígrados, por lo que, si ahora en verano se llega a los 40 o 41, veremos los 45 en los termómetros. Lloverá mucho menos, pero, cuando lo haga, será de una manera menos controlada, ya que fenómenos muy lejanos, como El Niño —por ejemplo— afectarán aquí mucho más por la incapacidad de los océanos de ejercer como reguladores ambientales. Sin embargo, el olivar resistirá bastante bien.

Se espera que la floración se adelante entre 18 y 20 días, por lo que, a finales de abril, ya se verá el polen por Jaén. Esto hará que la cosecha se forme antes y, también, madure más rápido, ya que se someterá a una mayor temperatura. Si los aceites tempranos se hacen con aceituna recogida en octubre, habrá que anticiparse aún más. Por eso, habrá tajos que estarán en marcha en septiembre. Asimismo, lo normal será que la recolección esté totalmente generalizada a comienzos de noviembre —ahora se realiza un mes después—.

El estudio de “Proceedings of the National Academy” redunda en la desaparición de la mosca del olivo. Al parecer, el calentamiento de la provincia borrará una de las principales plagas que sufre el aceite de oliva y que resulta tremendamente perjudicial para la calidad de los caldos. No obstante, los olivareros tendrán que ser mucho más eficientes en los riegos porque dispondrán de muy poca agua para sacar hacia adelante las cosechas.

Por otro lado, el profesor de Ecología de la Universidad de Jaén Antonio José Manzaneda Ávila augura que la falta de precipitaciones hará que el cultivo del cereal, prácticamente, desaparezca de la provincia jiennense. No obstante, el científico afirma que surgirán nuevas oportunidades y que, incluso, pueden estar ligadas a la agroindustria que ahora se desarrolla.

La uva necesitará cultivarse a más altitud, por lo que puede convertirse en un complemento perfecto para el olivar. Los viticultores verán que el calor acelera la maduración y endulza antes la uva, por lo que, si quieren apostar por vinos de calidad, tendrán que abandonar las parcelas actuales y buscar terrenos más elevados. De ahí que podría convertirse en una magnífica oportunidad para la provincia, que sigue muy centrada en la comercialización del aceite, al que bien se le podría añadir el vino —no hay que olvidar que son dos productos muy ligados y con procedimientos de comercialización y redes de venta similares—. No hay duda de que la agricultura cambiará y que, en realidad, los jiennenses, poco a poco, se van adaptando a lo que viene. De hecho, cada vez, se recoge mucho antes el fruto del olivo.