“El agua hizo barbaridades”

Ana Delgado o Antonio Ochando son algunos vecinos que recuerdan lo que pasó el 15 de agosto de 1996

15 ago 2018 / 11:52 H.

Ese día tenía invitados para comer e iba a hacer migas. Y, de pronto, se puso todo negro y comenzó a llover”. Así recuerda Ana Delgado el 15 de agosto de 1996, cuando las tormentas hicieron estragos en diferentes municipios de la provincia pero se cebaron, sobre todo, con el Puente de la Sierra. Pese a todo, no hubo que lamentar daños personales. Eso sí, en lo material, los más de cien litros por metro cuadrado que cayeron en una hora causaron cuantiosos daños materiales, casas anegadas y vehículos arrastrados por la crecida de los ríos Jaén, Eliche y Quiebrajano.

“Escuchamos jaleo en el río y salimos a la calle. Mi nuera estaba en estado y le dije de pasarnos a la iglesia, pero ella se quedó en casa. El agua empezó a subir y me tuve que encaramar a lo alto del portón y, después, del muro. Desde ahí veía cómo el agua se llevaba las sillas del templo y los coches, y hasta que no me rescataron los bomberos no pude bajar”, recuerda Delgado, que reconoce: “Lo pasamos muy mal. Y eso no se olvida nunca”.

Aun así, puntualiza que fue una de las pocas que se quedó en el Puente de la Sierra, puesto que muchos vecinos se fueron a Jaén tras lo ocurrido. “Es verdad que, aunque me dé miedo o reparo, no soy de correr tan fácil”, afirmó. Y tan solo unas horas más tarde, ya de noche, las lluvias regresaron con fuerza y el muro en el que estuvo subida cayó al suelo. “El agua hizo auténticas barbaridades”, apunta. Por entonces tenía 47 años y, reconoce que hasta que de nuevo todo volvió a la normalidad pasó mucho tiempo de trabajo por parte de los vecinos para quitar el barro. “Una tormenta, como venga fuerte, da igual donde te pille”, concluye Ana Delgado.

Por su parte, a la familia de Antonio Ochando, les pilló en el negocio que tenían en la calle Álamos. “Recuerdo que se puso muy oscuro el cielo y se lió a llover de una manera desproporcionada. Cuando íbamos en el coche de vuelta, vimos cómo estaba todo inundado, cómo bajaba el agua por la carretera y los coches metidos en el río. Ni tan siquiera podíamos entrar en la vivienda”, apunta Ochando. Una situación que, sin duda, pilló a los vecinos desprevenidos, y rememora que las tareas de recuperación de la zona por parte de los propios vecinos duraron mucho tiempo. “Lo arreglamos todo y seguimos viviendo allí”, reconoce.

Esos son tan solo algunos de los recuerdos de vecinos de la zona, que también rememoran cómo, entre las familias atrapadas en sus casas, se encontraban muchos niños pequeños. E, incluso, algunas tuvieron que subir a los tejados y esperar la llegada de los bomberos. Una intervención, la de los policía, bomberos y cuantas personas se acercaron hasta el Puente de la Sierra para echar una mano tras las tormentas, que fue rápida, como reconocen los que vivieron la situación. Y ello pudo contribuir en parte a que, pese a los cuantiosos daños materiales, y teniendo en cuenta que eran muchas las personas que se encontraban en la zona al tratarse de un día de pleno verano, no se produjeran daños personales.

daños materiales cuantiosos

Las tormentas que se registraron durante el verano de 1996 fueron tan desastrosas que las pérdidas se cifraron en unos 64 millones de euros. Sobre todo por los destrozos en viviendas, enseres y vehículos de los vecinos de la zona. También fueron graves los daños que se registraron en el campo. Principalmente en las infraestructuras agrarias y en los cultivos. A partir de ahí, fueron muchas las promesas de las administraciones para acabar con las inundaciones.

a la espera de una solución
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Después de mucho tiempo y de una “lucha” desde la asociación vecinal con las administraciones de años, se ultimó el mapa definitivo de peligrosidad y riesgo por inundaciones. Con respecto a Los Puentes, el número de edificaciones afectadas se redujo de forma considerable. Aun así, y pese a que han pasado más de veinte años desde que ocurrió esta riada —incluso después se ha procedido al desalojo en varias ocasiones— la búsqueda de una solución definitiva.