Dulce año en las colmenas

Las abejas “cogen vacaciones” tras producir 500.000 kilos de miel, que contentan a decenas de apicultores

11 ago 2018 / 11:26 H.

Las abejas también están ya “de vacaciones”. La campaña de la miel se da prácticamente por terminada. En las colmenas, ya no se curra después de unos meses bastantes intensos. La reina mandó a hacer miel de romero en el inicio de la primavera y, desde entonces, ha sido un “no parar”. Los insectos han volado por los campos de Jaén en busca de néctar para generar un producto que se considera un auténtico delicatessen y que se comercializa en los mercados más exigentes.

Los apicultores están contentos. Después de años realmente complicados, el aspecto de las colmenas ha sido muy diferente. El 27 de febrero, comenzó a llover con intensidad en la provincia. La meteorología hizo que “Jaén se metiera en agua” con 40 días con intensas precipitaciones, que favorecieron el estallido de la primavera. Las colmenas se regulan por el alimento, es decir, si existen muchas flores y, consecuentemente, néctar, el número de insectos crece considerablemente, por lo que la producción de miel se incrementa. En cambio, si viene una primavera seca, la colmena se autorregula y tiende a tener una población bastante baja.

Esta campaña —terminó durante los últimos días de julio— ha sido de colmenas pobladas. Jaén dispone de alrededor de 38.000 panales de abejas. La mayoría se encuentra en Sierra Morena y, concretamente, en el término municipal de Andújar, donde existen alrededor de 22.000. Puente de Génave también es una zona productora, con unas 8.000 colmenas, mientras que la Sierra Sur suma alrededor de 4.000. El resto —hasta llegar a las 38.000— se reparte por algunas zonas más concretas de la provincia jiennense.

la producción. Todavía quedan unos meses para conocer la cifra cerrada de la producción, aunque los apicultores jiennenses estiman que rondará los 500.000 kilos de miel. Lo hacen con una estimación basada en el número de colmenas y en la producción media de cada una. No ha sido un año brillante, ya que ha habido campañas en la provincia que se han generado hasta 20 kilos de miel por campaña. En cambio, tampoco se ha dado la pobreza de los ciclos de sequía —como en 2017 o 2016—, en los que hubo unos 6 kilos de miel en cada una. De ahí que se estima una producción de unos 14 kilos. El censo de colmenas está en alrededor de 38.000, por lo que Jaén pondrá en el mercado alrededor de 500.000 kilos de miel durante este año.

“Hemos tenido una campaña bastante positiva después de encontrar las colmenas completamente esquilmadas durante los años anteriores. Las lluvias del invierno y de la primera han sido un bálsamo para nosotros. Tenemos un año bonito gracias a que la tierra tiene “jugo” —agua—, lo que ha generado una primavera con muchas flores. Esa recuperación ha hecho que estemos esperanzados para los próximos meses”, afirma Tomás Torralba, apicultor y responsable de la Sección de la Miel de COAG.

Rentabilidad. No siempre se puede vivir de la miel. Por eso, los apicultores, en ocasiones, tienen que compaginar el cuidado de las colmenas con buscar peonadas en el campo para complementar la renta. Muchos acuden a la aceituna o a la campaña del algodón. En cambio, este año, sí que existen unas cifras de producción que permitirán vivir de la producción de miel, ya que existe una cantidad considerable.

En el caso de la provincia, la primera miel que se produce es la de romero, que sale del néctar que recogen las abejas de esta planta aromática. Después salen las mieles denominadas “Mil flores”, que coinciden con el estallido de la primavera. Entonces, los insectos acuden en busca de las flores que nacen en el campo. De ahí la importancia que tiene que la primavera venga con agua, ya que tendrán más alimento, por lo que la colmena aumentará con más animales. Las últimas mieles que se generan son las de chaparro, girasol o matalauva, que se elaboran cuando entra ya el calor.

Actualmente, las colmenas prácticamente han parado. Ya no se producen cantidades significativas, aunque, esta vez, las abejas han demostrado que son unas “currantes”, ya que han aprovechado bien el alimento que aportó una primavera bastante lluviosa. El agua que retiene ahora el campo alimenta las expectativas para el año que viene, aunque la lluvia volverá a ser determinante para un producto que llega a los mercados más exigentes por la enorme calidad.

En china, a mitad de precio
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Una de las grandes amenazas para los apicultores jiennenses viene desde muy lejos, aunque se siente en los parajes en los que están instalados las colmenas. La miel que llega desde China constituye un duro rival, ya que entra en el mercado español a un precio mucho más bajo.

“Se trata de un producto que entra a un precio mucho más bajo. Si aquí nos compran el kilo de miel a 2,60 o 2,70 euros, el producto que procede de China se puede conseguir hasta por 1,3. Hay empresas que les da lo mismo la calidad y, al final, la compran para comercializarla”, señala Tomás Torralba, apicultor y representante de este sector en COAG de Jaén.

Además, continúa: “Esto tiene una consecuencia muy negativa, ya que muchos tratan de comprarnos la miel que se produce con gran calidad y excelencia en la provincia de Jaén como si fuera miel de China. Se trata de una amenaza que siempre está ahí y que pretende rebajar el precio que recibimos por el producto”. Precisamente, los agricultores se quejan de que la etiqueta no informe con claridad de dónde viene la miel. Los apicultores jiennenses consideran que las marcas que comercializan miel de China tienen que decir con claridad que se trata de un género que se ha producido allí. Y, luego, que el consumidor elija la que compra en función de la procedencia y, sobre todo, de la garantía y seguridad que ofrece el producto.

La mayoría de la miel que se produce en Jaén, al igual que pasa con el aceite de oliva, sale a granel
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Si la mayor parte del aceite de oliva de la provincia sale en camiones cisterna —alrededor del 84% de la cosecha, aunque esto varía según la campaña—, la miel tampoco es una excepción. En este caso, los apicultores venden el producto en bidones alimentarios, que suelen contener hasta 300 kilos de producto. De esta manera, al sector se le escapa la plusvalía de la comercialización del género, pese a que existen apuestas de venta que luchan para abrirse camino en el mercado.

No obstante, la nueva normativa permite a los apicultores comercializar —de manera directa— una pequeña parte de su producción, lo que representa una firme invitación para que avancen en el mercado y consigan una red de clientes. De esta manera, los cuidadores de las colmenas comienzan a constatar la importante plusvalía que conlleva la venta del producto, que no se ve reflejada en las rentas. “Tenemos que espabilar en el tema de la comercialización. Poco a poco, vamos envasando algo y dirigiéndolo a una venta muy local, aunque es necesario avanzar mucho más porque se trata de una manera de conseguir una mayor renta con el producto”, manifiesta Tomás Torralba.

Las abejas, un natural bioindicador

Los apicultores jiennenses no dudan en aseverar que el clima está cambiando. Las abejas están consideradas como un bioindicador de la salud del medio ambiente. Por eso, estos profesionales afirman que, en los últimos años, se ha reducido considerablemente el censo de este insecto, lo que constituye una prueba innegable de que la naturaleza ofrece síntomas de que algo pasa. Los apicultores afirman que los inviernos y los veranos ahora son muy largos y las primaveras y los otoños se han acortado, por lo que esto perjudica el ciclo vital que existe en la colmena.