De Clara, que sí lo contó, a Toñi, víctimas de la sinrazón

Alcaudete, Torredelcampo, Noalejo y Villacarrillo son algunos escenarios de crímenes que sacudieron la sociedad

25 nov 2017 / 11:43 H.

Con los dos ojos morados, con rasguños en la cara y, a pesar de ello, con una sonrisa, Clara Vallejo, posó hace veinte años para este periódico cuando estaba en el hospital. Vestía un pijama rosa en el que se leía, paradójicamente, palabra “amore”; el que era su marido le había pegado una paliza. Su caso, su imagen maltratada, fue capaz de, por fin, en el año 1997, sacudir conciencias, sacar del ámbito privado el maltrato, dejar sin argumentos a aquellos y aquellas que, ante las palizas, respondían con consejos como “en lo que pase en un matrimonio no hay que meterse”. Lo que le ocurrió dejó claro, dentro y fuera de Jaén, que algo había que hacer.

Clara Vallejo, casi a las puertas de conmemorar la primera década de haber salido de su particular infierno, fue testigo de cómo enterraban a una “chiquilla” de su pueblo, a Rocío Carrillo Porras. No llegó a cumplir los 20 años, porque un 20 de agosto de 2006, el hombre del que se había enamorado le disparó; después, él se pegó un tiro que, finalmente, lo mató. Rocío, antes de morir, había decido distanciarse del que fue su novio, tenía ilusión por estudiar, la idea de irse a Granada. Diez años después, un monumento recuerda a esta joven y a otras que murieron como ella, una obra que se alzó gracias al empuje de la Asociación de Mujeres “Flor de Espliego”. A Ramona Martínez Fernández, su esposo del que estaba en trámites de divorcio, la mató a cuchilladas. La Batllia, la primera instancia judicial del Principado de Andorra, ya condenó por malos tratos a este hombre que consumó en crimen en la diminuta aldea villacarrillense de La Caleruela, en Villacarrillo, en 2001. Sobre él pesa una condena de 22 años y medio de cárcel.

En 2011, en Torredelcampo, Purificación Armenteros Vacas, de 44 años murió brutalmente asesinada. El criminal acudió a confesar a la Policía Local y llevaba hasta una pequeña maleta, sabía que se iba a prisión. El Audi A3 negro de Antonia Cortés Lombardo, Toñi para los que la querían se quedó aparcado a la altura del número 85 de la Avenida de la Constitución de Noalejo. Esta mujer, asesinada el 27 de agosto de 2015, es la última víctima conocida de un feminicidio en Jaén. Son nombres que ponen rostro a la vergüenza del maltrato, como el de Katharina, asesinada ayer en Vinaròs, Castellón. Con ella, ya son 45 las víctimas de la peor expresión de la violencia machista en el país. El todavía sospechoso de haberla matado, se suicidó, algo “típico”.